Soñaba con ser licenciado y tener un empleo en mi tierra: Inmigrante poblano

César, como muchos jóvenes en la Mixteca, tuvo que abandonar sus estudios para apoyar a su familia; se vio obligado a migrar a Estados Unidos

Como cientos de jóvenes, principalmente adolescentes, César dejó sus estudios truncos para ir a Estados Unidos en busca de un mejor ingreso para apoyar a su familia.

Hoy tiene 27 años, no concluyó la secundaria y tampoco logró asistir al bachillerato. Se identifica como una persona sociable, pero asegura que carece de la preparación académica para elegir otras opciones de empleo diferentes a las que implican emigrar de su pueblo.

Mientras espera un autobús en Puente Marqués, un pequeño poblado polvoriento en el municipio de Tehuitzingo, para acudir a la recolección de nuez en Sonora, trae al presente sus mejores momentos estudiantiles.

“Me acuerdo muy bien que quería ser licenciado, soñaba con ser licenciado y tener un empleo aquí en mi tierra, ése era mi gran sueño; no pensaba en ser bombero ni policía, quería ser licenciado,” menciona con nostalgia.

“El problema es que mi papá nos abandonó, y pues tenía que ayudar a mi jefa a los gastos y me puse a trabajar. Y en cuanto pude, me fui (a la frontera) para cruzar,” agrega.

Sabe que dejó pasar la mejor oportunidad de su vida al no ingresar al bachillerato por emigrar, pero igualmente le queda claro que si no tomaba esa opción, su familia quedaría sin los recursos suficientes para vivir tranquilamente.

Siente que esto mismo les pasa a tantos jóvenes que abandonan la escuela para ir a Estados Unidos, porque ven más fácil emplearse y ganar dólares allá que enfrentar la realidad en México, donde no hay oportunidades en los pueblos.

“Sí hay sueños de los muchachos, como me pasó a mí, pero no tienen de otra; se van porque necesitan el dinero y ya ni modo, ya quedará en el recuerdo que querías ser licenciado o doctor o algo así,” agrega.

En los últimos cinco años optó por ir al norte del país; cree que es más seguro, aunque la paga es menor. Cuatro veces al año se va, y se priva de celebraciones como Navidad y Año Nuevo.

Igual que él hay otras 44 personas que esperan el mismo autobús, la mayoría hombres de entre 25 y 35 años, aunque también hay mujeres y personas de 45 años.

A la orilla de la carretera federal Izúcar de Matamoros-Huajuapan de León se ven decenas de maletas apiladas. Enfrente, los propietarios, algunos acostados en la tierra, a la sombra de árboles de guajes, una planta que, según los pobladores, pertenece al grupo de las leguminosas. Uno de ellos es César, que con tristeza confirma que la migración infantil es, todavía, un fenómeno importante en la región.

“Yo me fui de chiquillo, muy chiquillo, tenía 15 años; y así hay muchos que todavía se van porque no hay nada aquí para ganar dinero. Y dejas todo esto, sueños de aprender e ir a la escuela, por el dinero, porque eso se necesita.”

De acuerdo con la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas en su boletín de agosto de 2019, un total de 362 menores fueron repatriados de Estados Unidos entre enero y julio de este año.

De esos, 315 eran menores entre 12 y hasta 17 años, a quienes detectaron en aquel país no acompañados por un adulto.

César asegura que es la dinámica en la Mixteca: “si estás muy chico no te vas, te ponen a trabajar en el campo; pero cuando ya pasas a la secundaria, ya te estás tardando para irte, ya sea a Estados Unidos o al norte,” menciona.

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