El coronavirus es un asunto serio: paisanos en Washington

Magda y su esposo Jorge son originarias de la Ciudad de México, pero parte de su familia reside desde hace más de tres décadas en Puebla capital.

Magda vive con su esposo en el condado de Snohomish, en el estado de Washington. Ambos están a punto de cumplir los 60 años, por lo que, aunado a la orden obligatoria para quedarse en casa hasta el 4 de mayo, debe extremar sus precauciones por considerarse dentro del grupo etario más vulnerable, y porque ella tuvo un colapso pulmonar que requirió cirugía apenas en diciembre de 2019.

Este es un problema real... tan real que, si bien no ha afectado directamente a la familia, tenemos conocidos que están sufriendo terriblemente porque no pueden moverse del lugar de donde están para visitar a sus familiares enfermos; incluso uno de ellos tiene un familiar muerto en España”, dijo.

Tienen más de veinte años en Estados Unidos y trece de haberse mudado a los suburbios del norte de Seattle, por lo que asegura que ya se encuentran bastante adaptados al sistema norteamericano.

Nunca imaginó que sería precisamente en el condado que escogieron para instalarse definitivamente, en donde se casaron sus tres hijos —dos mujeres y un hombre—y nacieron sus once nietos, en donde se confirmaría el primer caso de COVID-19.

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Todo el mundo está quietecito

A pesar de que fue aquí en donde se confirmó el primer caso en Estados Unidos, el 20 de enero, Washington ha sido de los estados que mejor han contenido el avance de la pandemia, de tal suerte que se ubican muy por debajo de New York o New Jersey, cuyos sistemas de salud se encuentran desbordados.

Todo el mundo está resguardado por la orden, solo una persona por familia pueda salir a hacer las compras. Hay multas de hasta 500 dólares por desacatar las órdenes —que varían entre condados—, entonces todo mundo está quietecito, nadie va a pagar una multa de 500 dólares en estos momentos.”

La fuerza con la que se impusieron estas medidas restrictivas, comenta, es quizá la mejor explicación que existe para entender el descontrol en otros estados.

“Este mes pudimos cubrir los gastos, para mayo no sabemos”, dijo.

Hasta antes del accidente de diciembre, Magda empleaba sus horas trabajando como niñera, por lo que no tiene trabajo desde entonces. Su marido, empleado de una concesionaria de la GMC, fue enviado a casa con la promesa de ser recontratado cuando acabe la contingencia.

“Este mes pudimos salir sin ningún problema porque todavía llegaron los cheques anteriores, pero pensamos que para mayo va a ser un poco complicado. El gobierno ha prometido ayudas financieras y mis hijos nos han ofrecido apoyo, pero por lo menos esperamos que se llegue a un acuerdo con la compañía de luz nos pueda diferir el pago, que se difieran las rentas para que no sea todo de un golpe,” señaló.

 

El gobierno ayuda mucho

Aún si no se concretan las transferencias directas desde el gobierno o los diferendos en las cuotas de luz y otros servicios, Magda confía en el sistema; el estado de Washington garantiza la atención médica gratuita, independientemente de la pandemia de COVID-19, a todos sus residentes —incluso a las personas indocumentadas—, además que existen bancos de alimentos disponibles.

“Aún no hemos llegado a eso porque la situación está relativamente bien, pero si más adelante lo necesitamos, ahí están”. Durante la contingencia, el gobierno estatal incluso entregó computadoras y guías de estudio para que los niños y adolescentes puedan seguir con sus clases y no pierdan el año escolar.

Aunque los más de 60 contactos del primer caso registrado en Washington fueron identificados rápidamente, pronto comenzarían a surgir nuevos contagios sin relación alguna con la cadena de transmisión, por lo que se sugería que el virus ya llevaba tiempo recorriendo los suburbios de Seattle, esta suerte de colonias que a Magda le recuerdan mucho la disposición de las delegaciones (ahora ayuntamientos) de la Ciudad de México.

En su último reporte disponible, las autoridades reconocen nueve mil 97 casos confirmados y 421 muertes asociadas al nuevo coronavirus; en el condado de Snohomish, mil 651 casos positivos y 62 fallecimientos.

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