Los grandes momentos de Sharápova

Tras su marcha, Sharápova deja un legado al alcance de muy pocas.

María Sharápova ha sido uno de los referentes del tenis femenino en las dos últimas décadas, una deportista que lo tuvo todo: fama, dinero y el reconocimiento de un público entregado a una larga carrera que inició en 2001, en la que llegó a ser la número uno, y en la que ganó cinco Grand Slams, pero que desde 2016, cuando se anunció un caso de dopaje, ha estado en continuo descenso.

Su retirada, aunque haya sorprendido a muchos por el momento en el que se anunció, era un hecho consumado desde hace años, aunque su regreso a las pistas en abril de 2017, después de cumplir una sanción de 15 meses por consumo de Meldoium, fue un intento vano de volver a ser una de las más grandes del tenis.

Una carrera con 36 títulos

En estos tres últimos años, Sharápova ha deambulado por las pistas de medio mundo, ha sumado un solo título (Tianjin, 2017) que suma a los 35 anteriores conseguidos en su etapa de esplendor, y se va en el puesto número 373 de la clasificación de la Asociación Femenina de Tenis (WTA).

“¡Tenis, te digo adiós!” De esta manera se despedía la tenista en un artículo publicado en las revistas Vogue y Vanity Fair. La razón de su retirada se debe a una dolencia crónica en su hombro derecho. “Mi cuerpo se había convertido en una distracción,” comenta.

Tras su marcha, Sharápova deja un legado al alcance de muy pocas. No ha sido la más grande, pero si la más mediática del presente siglo. Como herencia deja cinco Grand Slams, cinco de los grandes momentos de su carrera.

El triunfo en Wimbledon en 2004, ante Serena Williams, marcó el principio de su gran carrera. “Nunca me hubiese esperado que esto fuera a pasarme tan pronto,” reconocía entonces a sus 17 años, a la vez que hacía la promesa de conseguir vencer en “todos los Grand Slams”.

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Dicho y hecho. Sharápova venció en el Abierto de Estados Unidos de 2006, al derrotar a la belga Justine Henin-Hardenne, y dos años después el Abierto de Australia ante la serbia Ana Ivanovic.

Sólo quedaba por cumplir su promesa de ganar en Roland Garros, y la rusa lo hizo por partida doble. En 2012, con 25 años, Sharápova derrotaba a la italiana Sara Errani, a la vez que alcanzaba el número uno del tenis femenino.

“Es surrealista. El mejor momento de mi carrera. Nunca pensé que lo lograría. Ha sido un viaje largo. Empecé muy joven y aún no ha acabado,” decía entonces la tenista rusa.

Dos años después, Sharápova alcanzaba su último gran título: el Roland Garros de 2014, en el que venció a la rumana Simona Halep, “la victoria más emocionante” de su carrera, reconocía entonces, aunque sin saber que nunca más alcanzaría un éxito tan notable.

Después de aquello, la historia de Sharápova ha estado más cerca de los trabajos en publicidad y moda, además de varios negocios (entre ellos la firma de gominolas Sugarpova) e incluso de la publicación de sus memorias: Imparable. Mi vida hasta ahora.

El libro salió en las librerías en septiembre de 2017; en él repasa toda su vida, desde aquella niña que a los seis años fue descubierta por Martina Navratilova y que creció en la academia de Nick Bollettieri, en Bradenton, Florida, hasta la que finalmente llegó a ser número uno.

Una número uno del tenis que, a sus 32 años, dice un adiós definitivo a mundo de la raqueta.

 

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