Lluvia de orejas en El Relicario

El Relicario cumplió 31 años el pasado 19 de noviembre; nada realizó la empresa que lo recordara, si acaso algunos nombres de los toros

Cinco orejas se otorgaron en el primer festejo de la Feria Guadalupana, que se anunció como corrida de aniversario. El Relicario cumplió 31 años el pasado 19 de noviembre; nada realizó la empresa que lo recordara, si acaso algunos nombres de los toros.

Hubo un brindis de El Zapata a Miguel Ángel López Zamora, hijo de José Ángel López Lima, la persona que costeó la construcción del coso cumpleañero. En el grupo de monosabios actuó José Luis Quintero, el primer alguacil que partió plaza en El Relicario. También estuvo Gustavo Rugerio El Lobo, quien ahora es el jefe de los servicios de plaza; en la inauguración, en 1988, era parte del equipo de monosabios. Asimismo, Fernando García Rascón, quien conserva el cargo de juez de callejón.

Pablo Hermoso de Mendoza mató primero y cuarto. Su primero fue un toro que daba la impresión de ser un manso perdido, porque al inicio de la lidia no hacía caso a la cabalgadura. Una vez que sintió el primer rejón se dolió al castigo, pero en seguida empezó a acometer en un sorprendente cambio de lidia; así lo hizo todo el tiempo mientras tuvo fuerzas; ue ovacionado en el arrastre.

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El abuso del rejoneador español se hizo patente. Clavó tres rejones de castigo en el primer tercio de la lidia, el segundo muy caído; ante la exageración de castigo el toro se paró, algunas veces su bravura lo hacía embestir al caballo, pero era evidente la falta de fuerza del cornúpeta. Sólo hubo un poco de toreo de costado al clavar banderillas largas, después el jinete sólo giró en derredor del cornúpeta para clavar banderillas cortas, la gente no capta que el rejoneador prácticamente inmoviliza a los toros por la demasía de castigo.

Al segundo le clavó dos rejones, el toro duró un poco más, inclusive tuvo momentos importantes en la lidia que la gente ovacionó con fuerza. Pablo se pone cerca del toro y éste embiste sin alcanzar la cabalgadura, templa con exactitud. Es innegable lo buen jinete que es, el problema es el exceso de castigo a los toros.

Giros de adorno ante un toro parado, mató al primer intento. Ante la petición, el juez concedió las orejas. Qué mal se ve que dentro del ruedo el subalterno español José Francisco Serrano se ponga a limosnear las orejas para el rejoneador; inclusive el reglamento lo prohíbe. Desde mi punto de vista, los premios fueron excesivos.

El carisma de El Zapata

Al Zapata la gente lo quiere, En El Relicario tomó la alternativa, se llevó el lote bueno. El tlaxcalteca dio las buenas noches con dos lances de rodillas y verónicas de pie; piquetito de Víctor Vázquez en la suerte de varas. Uriel cubrió el segundo tercio: un cuarteo, un violín y el monumental pegado a tablas. En el último tercio realizó una faena derechista en la que hubo muletazos buenos, largos; y otros menos clásicos que gusta a una parte del público, sólo una tanda por el lado izquierdo.

Para igualar al toro y tirarse a matar, tuvo que doblarlo en corto con muletazos de pitón a pitón, según mi entender, lo más torero de la faena. Contra su costumbre, pinchó varias veces y le sonaron un aviso.

Al otro lo lanceó con verónicas y chicuelinas; otro leve puyazo ahora por Pedro López. Luego de un quite variado, en un suspiro banderilleó Uriel; tomó el zarzo se fue a los medios y clavó un violín, otro y luego un cuarteo.

Nuevamente una faena totalmente por el lado derecho, que inicia con tres cambiados por la espalda; cuajó muletazos con temple, algunas tandas fueron largas, al toro le falta esa chispa de la bravura para emocionar. El torero hace desplantes que gustan a un sector del público, que ovaciona. El Zapata se tira a matar con todas las de ley, deja una buena estocada. El juez concede dos orejas, a mi forma de ver la fiesta, excesivas.

El Calita cumple en El Relicario

Ernesto Javier Tapia El Calita se llevó el lote complicado, sobre todo el cierraplaza, que se paró muy pronto. El torero tira de los toros; es decir, les echa la muleta a la cara para darle dimensión al muletazo, expone la pierna de salida.

Su primero era un toro bravo, empujó con fuerza al picador. Luego de lancear un bello remate. El toro empuja a la cabalgadura hasta tumbarla, no es frecuente ver a César Morales tirado en la arena, suele quedar de pie cuando lo desmontan, no fue el caso.

Buen par de banderillas de Fernando López, el aspirante Fabricio Rodríguez cumplió. En la faena de muleta hubo una tanda muy emocionante porque el toro embistió con bravura, con ese nervio de peligro que causa emoción. El torero no se arrugó, le cuajó los pases. A mi gusto fue lo más torero de la noche porque el toreo no se trata de cantidad, más bien de calidad; al final de la faena Calita se dobla con el burel, estocada trasera, el toro no cae, y le suenan un aviso.

En el otro, el toro se paró muy pronto, Carlos Domínguez pica levemente invadiendo las rayas del tercio; ante la insistencia del espada sacó algunos muletazos. Estocada, como estuvieron en barata las orejas, que le dan una al diestro.

Para la segunda corrida del próximo viernes, serán toros de la ganadería de La Punta para el rejoneador Cuauhtémoc Ayala y los Forcados Amadores de Puebla; a pie Jerónimo, Diego Silveti y Luis David Adame.

 

 

 


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