Regiones indígenas enfrentan violencia

108 personas defensoras del agua, los bosques y el territorio fueron asesinadas en México; 82 de éstas pertenecían a un pueblo indígena

Más allá de la representación simbólica de los imaginarios indígenas en las tomas de protesta del presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Miguel Barbosa —con la entrega del bastón de mando—, las lenguas indígenas y sus hablantes están siendo amenazados; o por falta de una política pública encaminada a la preservación cultural, sino por una deliberada afrenta de los gobiernos, las empresas y el crimen organizado.

Tan sólo en la última década, 108 personas defensoras del agua, los bosques y el territorio fueron asesinadas en México; 82 de éstas pertenecían a un pueblo indígena, reveló la investigación de Laura Castellanos y Denisse Sandoval, que cruza información de la organización Global Witness, el CEMDA, la UNAM y otras fuentes. Del total de crímenes, el pueblo náhuatl —con presencia en 12 estados incluido Puebla— registra el mayor número de asesinatos: 45.

Destacan los casos de Antonio Esteban Cruz, dirigente de una organización que frenó el proyecto hidroeléctrico en Cuamano, asesinado en junio de 2014 (Cuetzalan); Manuel Gaspar Rodríguez, opositor a proyectos mineros a cielo abierto, fracking, hidroeléctricas y la subestación de la CFE, asesinado en mayo de 2018 (Cuetzalan).

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También sobresale el caso de Adrián Tihuilit, opositor a un proyecto hidroeléctrico, asesinado en enero de 2018 (Zacapoaxtla), y el de Sergio Rivera Hernández, defensor de agua desparecido en agosto de 2018 (Zoquitlán).

A estos casos se suma el conteo de la Oficina en México del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, donde se reporta que 13 activistas y defensores han sido asesinados en lo que va de 2019; el caso 9 de estos defensores indígenas, como Leonel Díaz Urbano, opositor a la construcción de una hidroeléctrica en la comunidad de San Juan Tahatic, en Puebla.

Iván Deance Bravo, etnohistoriador e investigador enfocado en la preservación y difusión de la diversidad cultural —hablante del totonaco—, asegura que la lucha contra los megaproyectos o los proyectos de muerte en nuestro país, pasa por no haber atendido lo más básico, que es la traducción, interpretación y difusión de los conocimientos indígenas, pero también los conocimientos, reglas y proyectos que desde los gobiernos se intentan extender por territorios de los pueblos originarios.

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