Los impactos de la redes sociales en la política y la democracia

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 “La verdad factual, si se opone al provecho o al placer de un determinado grupo,

es recibida hoy con una hostilidad mayor que nunca.”

Hannah Arendt

 

En la era de la postverdad, las redes sociales privilegian la viralización y las tendencias políticas, a partir del sensacionalismo de la noticia y la dramatización, lo que genera una mayor polarización política de la sociedad. De ese modo, la democracia enfrenta importantes desafíos, en un ambiente donde la racionalidad se distingue de la emocionalidad en las decisiones políticas. La agitación social se ha convertido en el estado natural de las cosas y cada vez más se disipan las contextualizaciones y las relativizaciones ante la radicalidad de las posturas.

En un contexto electoral, como ya ocurrió con el triunfo de Donald Trump en las urnas, los partidos políticos que conocen cómo funcionan las redes sociales, capitalizan la utilidad de apelar más a las emociones que a la racionalidad del elector. Bajo estas condiciones, la forma de hacer política cambia y la comunicación política también, haciendo uso de algoritmos para filtrar los mensajes específicos que envían los partidos políticos a los electores para acceder al poder.

Lo que tiene consecuencias no sólo en las elecciones, extendiéndose en el ejercicio de gobierno. Y es que en la medida en que la sociedad se informa de los asuntos de la vida pública primordialmente en las redes sociales, el fenómeno de las noticias falsas se amplía; perdiendo cada vez más la centralidad en los hechos, la objetividad y las fuentes, ante un entorno en el que la lectura o el pensamiento crítico se debilitan para validar la veracidad de una noticia o del contenido de un discurso político.

En tiempos del coronavirus, cuando más se requiere de las redes sociales para gobernar, es imperante que exista altitud política y liderazgo político frente a las nuevas tecnologías, así como voluntad para constituir equipos de trabajo que entiendan las redes sociales desde la comunicación gubernamental.

Es innegable la relación entre redes sociales, política y ciudadanía, para legitimar la política y las políticas públicas. La dinámica de las redes demuestra que la evolución de la complejidad se da en tiempo real y requiere de una adaptación constante de los tomadores de decisiones; de tal suerte que no basta solo con la visión de la política de los símbolos para gobernar, también se requiere de diálogo, acuerdos, negociación, en la implementación de políticas públicas para la solución de problemas públicos.

Hace tiempo que la comunicación en la gestión pública dejó de ser un área más de apoyo; hoy, la implementación de las políticas públicas requiere fundamentalmente de esta para comunicar algo.

Por tanto, hoy es imprescindible entender el contexto en el que se hace política, tras el impacto de las redes sociales y las nuevas tecnologías, a fin de reconocer que no solo se altera el ambiente que corresponde a una campaña política, sino las prácticas y actitudes políticas en una democracia.

Es necesario advertir los efectos que tienen las noticias falsas y el uso de nuevos recursos para el acceso al poder y su ejercicio en la función de gobierno. La acción política colectiva puede aprovechar también las potencialidades que ofrecen estos nuevos recursos para ejercer una ciudadanía digital que podría tener impacto en el espacio público que se ha adaptado.

Comparto estas reflexiones porque no debemos perder de vista que en Estados Unidos está abierto el proceso electoral y en México ya está por iniciar el más grande de la historia; de ahí la oportunidad de estas líneas.

Profesora de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno y de la Iniciativa de Transparencia y Anticorrupción del Tecnológico de Monterrey

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