Con Martha Erika, destierro; y con Miguel, exilio: Socorro Quezada

La exdirigente del PRD en Puebla, Socorro Quezada Tiempo, que desde la muerte de los Moreno Valle nada ha cambiado en Puebla

A punto de cumplirse un año del fallecimiento de Rafael Moreno Valle Rosas y Martha Erika Alonso Hidalgo, una crítica de ese grupo político, Socorro Quezada Tiempo, afirma que desde entonces nada cambió en Puebla.

Con su peculiar estilo de pronunciarse respecto de la política local, sostiene que los personajes de ayer siguen enquistados en el gabinete de Miguel Barbosa, al que sugiere sacudirse para modificar esa condición.

La exdirigente del PRD, expulsada de ese partido, menciona que Martha Erika habría sido más autoritaria, persecutora de la oposición y que, personalmente, habría tenido que recurrir al destierro, aunque actualmente está en el exilio.

Asegura que para los poblanos tampoco hay cambios, y al contrario, lamenta que a nombre de la izquierda suban impuestos, despidan burócratas e impongan perfiles en órganos autónomos.

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Un año después del fallecimiento de Rafael Moreno Valle y Martha Erika Alonso, ¿qué ha cambiado en Puebla?

—Hablando pragmáticamente, nada. Cambió solamente el nombre del grupo, mas no las prácticas; cambió de morenovallismo a morenismo, o a barbosismo, como le quieran llamar; solamente un cambio de denominación, porque te encuentras con los mismos rostros del pasado próximo, incluso de aquellos que en el Congreso votaron todas las iniciativas de Rafael Moreno Valle y de Gali. Hoy son secretarios o secretarias del gobierno del estado, al lado de Miguel Barbosa Huerta.

Con ese cinismo se sientan al lado de Miguel a gobernar este estado cuando dijeron que habría una transformación. Y puedo decir nombres y apellidos.

 

¿Quiénes son?

—Por ejemplo, Lizeth Sánchez, exdiputada del PT, que votó todas las iniciativas de Moreno Valle, todas sus cuentas públicas, todas las atrocidades que pasaron en este estado. Y todavía, lo tengo que decir, ella lo sabe, llegó a saludarme y me dijo: “quién lo iba a decir, Socorro, cómo íbamos a terminar. Tú, tan de izquierda (…) y yo tan morenovallista y al lado de la izquierda”.

 

¿Eso es cinismo o es pragmatismo?

—Las dos cosas, aunque al final de cuentas el pragmatismo es cinismo.

 

¿Qué otros personajes que sirvieron al morenovallismo hoy están al lado de Barbosa?

—Está Guillermo Aréchiga, que fue diputado y presidente de la Gran Comisión; votó iniciativas de Rafael, fue la mano ejecutora y después se va con Tony Gali. Los presidentes auxiliares encarcelados en Puebla, como los de Canoa y La Resurrección, fue por la mano ejecutora de Aréchiga.

También está Olivia Salomón, que es tía de Moreno Valle y que estuvo en la campaña levantándole la mano a su sobrina política (Martha Erika); y de pronto la vemos brincar de La Vista Country Club a secretaria estatal.

 

¿Son pagos de factura?, ¿por qué aparecen estos nombres?

—En el caso de Lizeth, es acuerdo con el PT, pese a su inexperiencia; mientras los cuadros petistas, a pesar de sus trayectorias, ninguno aparece en el gabinete. En el caso de Aréchiga, es un acuerdo con la señora profesora Gordillo. En el caso de Salomón, creo que sí fue obra del Espíritu Santo.

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El gobernador está consciente de esto?

—Claro, Miguel no es ningún preescolar, es de ligas mayores.

 

¿Cómo surge el rompimiento con Barbosa?

—Él me hizo diputada, tengo que reconocerlo, así como presidenta del PRD, y si él no hubiera metido la mano, no hubiera llegado jamás a la dirigencia ni a la diputación. Entonces me dio libertad y vi luz del progresismo en Miguel.

Pero en 2017, siendo presidenta del PRD, me entrevistan en un evento y me preguntan si apoyaba a Miguel y respondo ingenua que sí, siempre que haya una alianza entre Morena y el PRD; ahí mis detractores sacan de contexto la declaración y me expulsan del PRD. Miguel no mete las manos.

 

¿Te dejó sola?

—Sí, me dejó sola, aunque en ese momento no habíamos roto. A lo mejor Miguel no lo sabía pero seguía trabajando con Éric Cotoñeto hasta abril de 2019.

Eso que decía Carlos Martínez Amador, que yo mantenía a Morena, era cierto; todo 2017 que se habían ido a Morena le seguí pagando la nómina a Cotoñeto para que pudieran operar. Pero Carlos, aunque me denunciaba, no era capaz de decir que él mantenía al PAN con prerrogativas del PRD.

 

¿En qué momento rompen?

—En 2019 empiezo a ver que los eventos que queremos organizar a Miguel, con compañeros de izquierda, simplemente no son tomados en cuenta; pero empiezo a ver la cargada tipo PRI con los grupos, personajes, facciones, tanto del PRI como del PAN.

 

¿El hoy gobernador los marginó, o fue alguien (…)?

—Miguel y Cotoñeto, los dos compañeros, ya no quisieron reunirse con gente de izquierda. No a todos, pero cuando empieza la campaña, los únicos perfiles de izquierda eran David Méndez y Rosa Márquez.

Entiendo esa parte, pero se habla. Si nos hubieran dicho, “denme chance, tengo que ganar la elección”, pragmáticamente lo acepto, pero no hubo un intento de decirnos “va a pasar esto”, y veo el fenómeno del gatopardismo; es decir, cambio todo para no cambiar nada.

Le mandé mensaje a Barbosa para decirle “así ya no voy”. Y yo avisé, porque una máxima en política es: quien avisa no traiciona. Avisé a Éric y a Miguel, y me bajé. Ése es el motivo del rompimiento.



¿Fue el afán de ganar sí o sí la elección?

—Así es.

 

¿Pese a que se veía cantada la victoria para Barbosa?

—Así es.

 

¿Sí pudo más eso?

—Era rudeza innecesaria cuando ya no tenía rival enfrente Miguel, en términos reales. Y si hicieran un análisis riguroso de por qué pierde la capital se podrán dar cuenta de que la gente no es tonta, hay un voto de castigo a Morena, no sólo por la mala actuación de la presidenta municipal y de diputados y diputadas, sino también porque dijeron: “me quieres vender lingotes de oro y me das latas de cerveza vacías”.

 

¿Cómo se percibió eso?

—De pronto veías al candidato de Compromiso por Puebla, que es el líder del sindicato del Ayuntamiento de Puebla, haciéndole eventos a Miguel. La gente vive acá… La gente no se compró ese gatopardismo.

 

¿Cómo habría sido el gobierno de Martha Erika?, ¿igual que el de Moreno Valle o diferente?

—Habría sido más canija. La diferencia es que ella se habría ido contra los opositores y opositoras. De hecho, cuando me entero del fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación hace un año, estuve prácticamente a punto de cambiarme del estado de Puebla.



¿Pensabas en el exilio?

—Sí, y no pensaba en el exilio, más bien en el destierro. No tenía ningún margen de maniobra con Martha Erika. Hoy estoy en el exilio.

 

Si a Moreno Valle muchos lo reconocieron como autoritario, ¿Martha Erika era más que eso?

—El doble, porque era, así como dice la Biblia, a imagen y semejanza de Rafael. Ella iba a ser más opresora que Rafael.

 

Después del incidente del 24 de diciembre, ¿qué cambió para los poblanos?

—Para los poblanos y poblanas, sólo en el sentido de que incrementará el Impuesto Sobre Nómina, al pasar de 2.5 a 3 por ciento, aumento de 41 por ciento en transporte público, la amenaza de que van a seguir las fotomultas, que en este estado tiene un propósito recaudatorio; y un 15 por ciento de despidos en dependencias gubernamentales, donde se vive un terror.

 

¿Qué tendría que suceder para que se perciba un gobierno de izquierda?

Miguel se tendría que sacudir toda la lacra que tiene alrededor… ¿cómo describirlo? Es como si fuera un excusado cuando tienes diarrea, ¿y cómo sacas eso de ahí? Eso le va a costar a Miguel.

 

¿Pero es posible?

—Creo que ya no. Perdóname Miguel, tú me conoces. Es que tiene doble discurso. Por un lado dice que hay que acabar con el morenovallismo y todo su gabinete está así, son pocos los personajes de izquierda.



Y las fuerzas políticas, ¿cómo tendrían que trabajar en Puebla?

—Es el tema más triste de la política en Puebla: no hay para dónde. No hay partidos, no hay figuras.

 

¿El PRI en Puebla está desaparecido?

—Prácticamente todos sus cuadros están con Miguel.

 

¿El PAN está agotado?

—El PAN ahí viene, el problema es que no tienen la calidad moral para decir nada, nada, porque tuvieron ocho años en los que complacieron todo, y los que no complacieron, que fueron perseguidos por el morenovallismo, salieron de Puebla.

A diferencia de Eduardo (Rivera), que podré tener diferencias, él se quedó a afrontar la persecución.

 

¿Eduardo Rivera podría encabezar una fuerza opositora?

—El problema es que no tiene partido. Debería lanzarse como independiente y a lo mejor así le iría mejor.

 

¿Y el PRD?

—Con mi amiga la Roxanita, que al final vendió la plaza al morenovallismo, está canijo.

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