El PRI debe sacar la mano de los gobernadores de las candidaturas

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Mencionábamos ayer lo difícil que será para el PRI conseguir su reposicionamiento durante el proceso electoral del 2021, en donde estarán en juego 15 gubernaturas y la renovación de la Cámara de Diputados, entre otros cargos de elección popular.

La ciudadanía se encuentra lastimada todavía por el saqueo y los abusos cometidos en la última administración federal emanada del partido tricolor y se antoja complicado se puedan olvidar esos agravios, principalmente al estar libres sin órdenes de aprehensión para todos aquellos que han sido juzgados por el pueblo y catalogados como responsables del atraco.

Es cierto que existen muchos electores dolidos por el rumbo que sigue el país, con el que no están de acuerdo, pero su primera opción no sería por el PRI, aunque también podría depender del tipo de candidatos que proponga este partido: si van con los militantes que han estado esperando la oportunidad de competir por el gobierno de su entidad; si prefieren jóvenes privilegiados o van en coalición o alianza con candidatos emanados de otros partidos, o hasta recurren a adoptar abanderados que fueron rechazados por otros partidos.

La historia nos remonta a que en sus tiempos de partido monolítico, el PRI proponía como candidatos a los cercanos al presidente en turno, cosa que no podrá hacer ahora, ya que el Ejecutivo federal no corresponde a un militante de su partido, aunque lo haya sido en el pasado remoto.

Tampoco podrá recurrir a la fórmula de las administraciones panistas, en que los gobernantes en turno elegían a su sucesor con el compromiso de ponerse al frente del ejército electoral, ya que la mayoría de esos ocho gobernantes (con excepción de dos) no están bien evaluados.

Los desechos de otros partidos no serían buenos candidatos para un partido que siempre acostumbró cederlos a los partidos minoritarios. Las alianzas que sostuvo en el pasado siempre tuvieron como eje a sus abanderados y eran con partidos que aportaban una reducida cuota de votos, por lo que ahora sería invertir los papales.

Tal vez lo que podría darle mejor resultado sea efectuar un sondeo a fondo entre los prospectos que estén mejor cotizados y realizar un pacto entre todos, para que no surjan fisuras que pongan en riesgo una eventual buena cosecha de votos.

Pocas son realmente las posibilidades que tendría el PRI para retener alguna de esas gubernaturas, sobre todo si los gobernadores se empecinan, tal cual lo vienen haciendo algunos como Quirino Ordaz Coppel, Claudia Artemiza Pavlovich, José Ignacio Peralta, Juan Manuel Carreras, Héctor Astudillo Flores y el propio Alejandro Moreno Cárdenas, en seleccionar al candidato sin importar que no sea el que mejores condiciones reúna. En los casos del tlaxcalteca Marco Antonio Mena y del zacatecano Alejandro Tello Cristerna, su opacidad como gobernantes los relega de esa posibilidad.

Curiosamente, una de las entidades no gobernadas por el PRI en la que podría tener alguna oportunidad de victoria es Nuevo León, donde cuenta con dos buenos prospectos, el alcalde Monterrey, Adrián de la Garza, y la alcaldesa de Guadalupe, Cristina Díaz Salazar, ambos repetidores en ese cargo, aunque hay voces que pretenden incluir a Ildefonso Guajardo Villarreal, mientras que Clara Luz Flores abandonó las filas del tricolor. La posibilidad se centra en que es una de las entidades donde la competencia será sumamente cerrada.

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Una de las áreas en que se ha logrado una reducción considerable de la comisión de ilícitos es en lo correspondiente al secuestro, con una disminución del 18.3 por ciento durante el primer cuatrimestre del 2020, reveló el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo Montaño.

 

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