Una nueva esperanza

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Familia Une


Mayo 19, 2020

Por: Voluntaria Angelina Gallardo

Soñaba que la vida fuera ordenada, recta y hacia arriba, y me olvidaba que hay curvas, bajadas y obstáculos inesperados. Claro siempre hay esperanza en vencerlos. Pensaría uno que los problemas económicos y de salud son muy diferentes, tristemente van de la mano y hay que resolver. A veces puede uno solo y otras hay que ser humilde y solicitar ayuda.

Mi vida al igual que la de muchas otras personas no ha sido siempre fácil, he sido del pensamiento positivo y salir adelante pese a lo duro que sea, sobre todo ir paso a paso resolviendo y actuando, llorando y sonriendo.

En uno de esos momentos de paz y reflexión se me vino la idea de salir de mi ego, dejar de ser víctima, de hacer algo diferente a mi rutina.

Encontré un lugar muy especial, quizás fuerte de entender, de aceptar. Me armé de todo el amor que podía tener en ese momento y dije: ahí quiero estar.

Llegué a la Casa de Una Nueva Esperanza, un lugar hermoso, acogedor, lleno de historias a resolver, de historias que lo mismo encogen el corazón que lo llenan de alegría. Estar con los pequeños y jóvenes enfermos de cáncer para mí fue un aprendizaje enorme, sus sonrisas, sus lágrimas y miedos, valor y esperanza a seguir luchando por vivir, me abrió el corazón y mente a un mundo desconocido para mí.

Creí que yo daba y sucedió que me dieron amor, recibí alegrías, confianza, aprendí que todos somos hermanos en diferentes circunstancias de educación, cultura, creencias, al fin y al cabo hermanos.

Estar ahí como voluntaria es algo muy especial, empiezas a comprender que ellos te dan, te acompañan y te regalan tantas cosas que sales inmensamente agradecida a la vida. Sané y me alegraron. Aprendí que su compañía, sus vivencias, sus miradas, te hacen la vida más sencilla y hermosa.

La Casa de Una Nueva Esperanza es un lugar para acoger, acompañar y aminorar las tristezas y hacer sus vidas un poco mejor, con amor y esperanzas.

 

 

 

 

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