Cuando la historia de migrantes no tiene final feliz

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Fernando PÉREZ CORONA


Abril 14, 2020

Imagínese usted que le llaman para informarle que su amigo, que su hermano, padre o madre, tienen coronavirus, que están enfermos con COVID-19.

¿Qué haría?

¿Los llamaría?

Ora imagine que hablan para decirle que esa persona ha muerto, que no la volverá a ver jamás.

Pero: ni siquiera podrá velar el cuerpo.

De ahí la necesidad de quedarnos en casa, para que no nos pase ni una ni otra cosa.

Aquí una historia que recogí sobre lo que están viviendo los familiares de algunos poblanos que han muerto en Estados Unidos.

Durante casi dos décadas, Maclovia Zacatenco esperó que su esposo regresara a la casa de La Magdalena Axocopan, esa que amplió con los miles de dólares que le envió desde Estados Unidos. Hace dos semanas, supo que ya no lo volvería a ver nunca. José Félix Rojas murió. Fue uno de los primeros poblanos en morir de COVID-19 en La Gran Manzana, donde han perecido 27 paisanos por este virus.

José Félix Rojas emigró hace 18 años. En ese entonces, tenía 34. Tenía cuatro hijos pequeños, entre ellos Saida, que ahora tiene 26 y que lo recuerda como una persona “muy trabajadora, amable y feliz”, preocupada siempre por su familia. Como muestra, resalta que hablaban con él por teléfono todas las semanas, recientemente en videollamadas. La mujer todavía soltera, destaca el perfil de su padre, pese a que tenía ocho años cuando lo vio por última vez en persona.

Las mujeres, madre e hija, cuentan que José vivía con su cuñado Genaro en un departamento del barrio de Queens. En la mañana del pasado 24 de marzo, empezó a sentirse mal, según el hermano de Maclovia, quien dijo que lo vio pálido, casi blanco, con dificultades para respirar, no podía hablar y, de súbito, empezó a temblar.

De esta manera, el hombre de 52 años, quien ya padecía problemas renales, fue trasladado al Jamaica Hospital Medical Center, donde murió al otro día. Inicialmente, nadie habló de coronavirus, por lo que el cadáver fue trasladado a una funeraria de Manhattan especializada en preparar cuerpos para repatriación.

José Félix regresaría a México, a esa comunidad del municipio poblano de Atlixco. El personal de la empresa especializada, pidió ropa, solicitó documentos y requirió el pago para el traslado a México. Los deudos cubrieron todo. Pero, todo cambió tan solo una hora después. New York City Department of Health and Mental Hygiene reportó que el deceso era causa de “neumonía bilateral”, lo que puede interpretarse como obstrucción de los dos pulmones; sin embargo, había una leyenda escrita a mano: COVID-19 CASE.

Maclovia no pierde las esperanzas de recuperar los restos de su esposo; sin embargo, sabe que en esta situación no está sola, que ya suman 27 las familias en similares circunstancias, por lo que no resta más que esperar a que concluya la contingencia y no quitar el dedo del renglón, mantener la demanda de repatriación de los cuerpos o, por lo menos las cenizas de esos seres amados que buscaron oportunidades, las encontraron, sin concluir sus aventuras con final feliz.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, diario imparcial de Puebla.

 

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