Power woman

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Escribir de moda y mujeres es algo muy natural para el pensamiento colectivo, aunque no siempre está relacionado de una forma positiva: la frivolidad, banalidad, incluso ignorancia y sandez son conceptos que relacionamos con esta dupla, sin estar más alejados de la realidad. La moda y las mujeres son, para todos los que hemos trabajado en la industria, sencillamente inseparables, pues uno trabaja para el otro, es su fuente de inspiración, la musa, el motor de su existencia, y para muestra sólo basta echar un vistazo al pasado.

Madeleine Vionnet y Coco Chanel, que liberaron a las mujeres de las ataduras del corsé, regalándoles a todas ellas la libertad de cortes y formas nuevas; la creatividad desbordante de Elsa Schiaparelli; la astucia y valor de Mary Quant con la creación de la minifalda; la versatilidad que regalo Diane von Fürstenberg con el vestido que diseñó; y la fantasía que vistió a todos los punks herencia de Vivienne Westwood. Diana Vreeland, Iris Apfel, Anna Wintour, Franca Sozzani o Grace Coddington, que desde su trinchera han reinventado la estética de la moda durante los últimos 100 años.

Actualmente, bajo las nuevas reglas de juego, diseñadoras como Maria Grazia Chiuri —directora creativa de la casa Dior— trabajan arduo para dotar de un discurso feminista cada colección que diseñan para la casa, redefiniendo la feminidad en la época contemporánea. Cómo un ejemplo, el vestido que usó la actriz Natalie Portman donde se bordó el nombre de todas las directoras de cine que no fueron nominadas en la última entrega del Oscar. Día a día, las mujeres encuentran en la moda esa oportunidad de hacer un cambio, desde una trinchera que las hace poderosas.

 

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