Vivir con la Tecnología

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El paso veloz de la tecnología nos rebasa como padres de familia. La sensación de que el avance innovador va más rápido que nuestra capacidad de asimilarla, es evidente.

Muchas veces la ansiedad nos gana, la impotencia se apodera de nosotros y nos quedamos como simples espectadores frente a un mundo que cambia frente a nuestros ojos a velocidad luz.

Pero, ¿qué tal nuestros hijos? Para ellos la adopción de innovaciones parece algo tan normal y no la ven como una tarea más de aprendizaje forzoso.

Como padres de familia muchos somos de los llamados “migrantes”, clasificación que se les ha dado a aquéllos de las viejas generaciones (X y baby boomers) que hemos ido adoptando las tecnologías revolucionarias en el momento en que han ido apareciendo.

En cambio, muchos de nuestros hijos son conocidos como “nativos”, para indicar que ellos han crecido al lado del internet como parte de su proceso de formación y socialización.

En este contexto, una preocupación en especial ha surgido en los años recientes para los papás y mamás: prestar atención a la actividad “en línea” que tienen los niños y adolescentes, desde el tiempo en que están conectados hasta el contenido al que se exponen, así como el uso de videojuegos y de apps móviles.

Este monitoreo responsable es difícil de delegar a nanas o tutores virtuales. Tampoco es sabio encargar esta encomienda a hermanos mayores o maestros del colegio.

¿Qué tal entonces depositar nuestra confianza en nuestros hijos con la simple promesa de que se “portarán bien” en el uso de las tecnologías? No parece ser una buena idea del todo.

La tecnología seguirá avanzando a marcha veloz. Podemos permitir que a su paso veloz simplemente nos salude, o sumarnos a un carril paralelo en donde encontremos información y orientación sobre el impacto que tiene en nuestros hogares.

Porque lo que sí es un hecho es que mientras tengamos más conocimiento del uso que están haciendo nuestros hijos de ella, podremos tener mejores mecanismos de prevención de adicciones y conductas impropias en casa.

Veámoslo como un maratón para toda la vida, una carrera larga en donde hay que tener condición de aprendizaje —e información oportuna— para participar.

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