Ecos de la cena

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Ramón Zurita Sahagún


Febrero 20, 2020

Conforme corren los días, asoman historias sobre la famosa cena de la semana pasada, en la que los generosos empresarios mexicanos accedieron a aportar generosas cantidades de dinero para la compra de los boletos del avión que no será rifado.

Narra uno de los asistentes que fue una sorpresa generalizada el conocer los montos de las aportaciones, ya que cuando se giró la invitación se hablaba de un monto de 20 millones de pesos, que los más ricos no consideraron como agresivo, pero que al llegar y ver los montos reales, muchos reaccionaron asustados.

Él, en su caso particular, estaba dispuesto a contribuir con los 20 millones iniciales, pero para una mayor aportación debió consultar con los socios, para conocer hasta dónde llevarían su donación.

Cabe destacar que su empresa está concursando por uno de los principales contratos de la actual administración, por lo que debieron considerar la mejor oferta, para no dañar la relación que mantienen con los altos círculos del poder.

Otro personaje más, cuenta que debió asistir en representación de la empresa, ya que los principales accionistas no estaban disponibles para esa fecha y llegó con la autorización para ceder esos 20 millones de pesos, pero hubo de consultar cuando vio que se trataba de cifras muy superiores a esa cifra.

Cuenta que varios de los asistentes prefirieron guardar el documento y no comprometerse en ese momento, aunque tendrán que hacerlo.

“Sentí esto como un método coercitivo desde el momento en que se giró la invitación,” afirmó otro más, que no está dispuesto a contribuir con cantidad alguna, ya que no hay compromiso de ninguna clase y espera que no haya represalias por no hacerlo, como señaló el presidente López Obrador que no es “por la fuerza”, sino por expresión libre de cada uno de los empresarios.

Veremos en el momento de la recaudación a cuánto asciende ésta, y si en verdad no habrá acción alguna fiscal o de otra forma, para aquellos que se nieguen a hacerlo.

Por cierto, varios de ellos coincidieron en que los tamalitos de chipilín estaban deliciosos, pero los líquidos que dieron como bebida, simplemente repugnantes.

 

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Hace cuánto tiempo que no sesiona el Consejo de Asesores Empresariales del presidente López Obrador, en el que participan ocho de los principales empresarios del país. Pareciera ser que quedaron en el olvido todos ellos.

El grupo que coordina Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia, parece haber quedado relegado. En él participan Ricardo Salinas Pliego, Olegario Vázquez Aldir, Carlos Hank Rohn, Bernardo Gómez, Daniel Chávez, Miguel Rincón Arredondo, Miguel Alemán Magnani y Sergio Gutiérrez Muguerza.

 

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Mucho cuidado deben tener con las ofertas y ventas por internet, especialmente con la empresa que encabeza el ingeniero Saúl Alatorre, dedicado a equipos médicos.

Los cobros los hace dos veces, y de ello constan una serie de denuncias levantadas en Profeco en contra de Baco Medical Store de México SA de CV (Baco Medical) (Sonomedical), Frontera 166, piso 2, Col. Roma, donde dan como respuesta: citamos al infractor, pero como no acude a ellas, pues no podemos hacer nada en su contra.

Entonces, de qué sirve la Profeco si no puede resolver problemas de fraudes de este tipo. ¿Sabrá Ricardo Sheffield de lo inoperante de la dependencia?

Una más de Profeco: no tiene internet, porque están haciendo ajustes y tienen 13 días sin sistema. Benditas instituciones, que marchan por buen camino.

 

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