De Ingrid Escamilla y no todos somos reporteros

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Fernando PÉREZ CORONA


Febrero 18, 2020

Realicemos un ejercicio de imaginación, de reflexión, de análisis

Cerremos los ojos, como para tratar de evitar distracciones y concentrarnos

Obvio, si va manejando, no lo haga

Lo invito a que piense en un ser querido, en el que quiera, visualice a su madre, a su padre, hijos, esposa o novia, a alguno de sus hermanos, a su mejor amigo o a sus mejores amigos.

Están sonrientes, contentos.

De súbito, piense que han sido asesinados, que los mataron, que los cortaron en pedazos, que les quitaron la piel, que los desollaron..

Y que usted, con ese cariño que les tiene, en lugar de llorar, toma su teléfono y saca fotografías, videos de ese momento, con el fin de difundirlas en redes sociales, ganar RT y Me gusta, ganar seguidores y amigos, convertirse en influencer.

Sí, al diablo el luto.

Lo importante está en redes sociales.

Se vio, sintió ganas de insultarme, de pegarme por pensar que usted haría eso.

Lo entiendo.

Si usted sintió lo que sintió, ¿por qué usted o alguno de ustedes se entretuvo viendo fotografías y videos que mostraban imágenes explícitas del crimen de Ingrid Escamilla?

Póngase en los zapatos de los familiares de la poblana de 25 años.

Imagínese ver los restos de la hija, de la hermana, de la nieta, de la pariente, de la amiga.

Ya no se la imagine.

James Nachtwey es un influyente fotógrafo de guerra estadounidense. Tiene casi 72 dos de edad.

Ha ganado múltiples premios, como el World Press Photo, y muchos otros alrededor del mundo.

Para este profesional de la cámara, “la ambición por conseguir la mejor foto nunca debe superar a la compasión”.

La frase resume su código de ética personal.

Por años he escuchado en la radio local que todos somos reporteros y muchos lo creen, que por tener un teléfono podemos sacar fotos y videos y que por eso somos fotorreporteros, camarógrafos reporteros.

Y sabe qué, no es cierto.

Usted sabría cómo tomar una foto, pero no pensaría si debe tomarla.

Es decir, no tendría la formación profesional para entender dónde están los límites.

Tampoco estoy pensando que todos los dedicados a la fotografía periodística tengan esta visión.

Porque, como en cualquier oficio o profesión, hay buenos y malos.

Sin embargo, conocerían de ciertos códigos de ética para realizar su trabajo, por lo que deberíamos apostar a que trabajarían en esa línea.

Tampoco lo estoy invitando querido lector a dejar de tomar fotos, sería imposible.

Sin embargo, lo exhorto a pensar dos veces antes de difundir esa foto o video.

Póngase en los zapatos de las víctimas, de la familia del atropellado, del suicida, del asesinado, del violado, del herido, y después decida si difunde esa foto, ese video.

Por el bien de todos, la empatía hará una mejor sociedad.

Porque nadie es completamente ni completamente malo

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