El 2019, un año para el olvido

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Ha iniciado 2020, un año de expectativas y esperanzas para muchos. El 2019 fue un periodo de incertidumbre, cambio y transformación, que nos llevó a un nulo crecimiento que para algunos académicos como Carlos Urzúa, del Itesm y exsecretario de Hacienda, pudiera incluso llegar a ser un año de decrecimiento del 0.2 por ciento; un año que quisiéramos olvidar y dejar perdido en la historia, uno de los peores periodos para la inversión y el desarrollo de nuestro país.

Sin duda, hoy todos hemos tenido que aprender de lo vivido en los últimos meses. Ha sido necesario reinventarnos y sacar lo mejor de nuestra experiencia para salir adelante, lo que no suena extraño ante un cambio de régimen; sin embargo, la administración de Andrés Manuel López Obrador creó altas expectativas, que para muchos han quedado sólo en el mensaje y el discurso. Si bien hay puntos de la autollamada Cuarta Transformación que han sido aciertos, como el combate a la corrupción y la impunidad, para muchos estos puntos positivos se han quedado cortos, cuando salen a la luz temas de nepotismo en la designación de funcionarios con nexos familiares, o los manejos del pasado de Manuel Bartlett Díaz, titular de la Comisión Federal de Electricidad.

Tómelo con interés. Como lo hemos comentado, el inicio de 2020, que para muchos puede o no ser el comienzo de una nueva década, marca el arranque de un ciclo que debemos aprovechar los mexicanos. Este año será la antesala de las elecciones intermedias del 2021, en el que habrán de renovarse 15 Gubernaturas, 29 Congresos locales, 2 mil ayuntamientos y 500 Diputaciones Federales. Un proceso en el que el Movimiento de Regeneración Nacional pondrá en juego su fortaleza y credibilidad ante la sociedad que apostó al cambio, buscando que las cosas cambiaran y de una vez por todas combatiendo la impunidad y la corrupción, que en la administración de Enrique Peña Nieto llegó al clímax, logrando el cansancio y hartazgo de los mexicanos. Desde luego, ésta será la gran prueba y el mayor reto para López Obrador y su partido.

Tómelo con atención. Ante el incremento en las ejecuciones y violencia en Puebla, la semana pasada el gobernador Miguel Barbosa, a quien ahora parece el hablar no le favorece del todo, se aventó la puntada de señalar que los ejecutados han sido ultimados por malportados. Para el mandatario poblano, la violencia es entre los mismos grupos, y quienes han sido ejecutados son parte de la delincuencia organizada.

En los últimos días, distintos medios de comunicación han destacado la aspereza del arranque de año, en el que han sido ejecutadas más de 50 personas en promedio por día, enfatizando la pérdida de menores de edad y mujeres de la sociedad. Los hechos dejan sin fundamento los argumentos del gobernador poblano, quien, para eludir su responsabilidad en la Estrategia de Seguridad, decidió culpar a las propias víctimas.

* Maestro en Comunicación Institucional por la Universidad Panamericana

Socio fundador del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo

Presidente de la Fundación Fernando Mora Gómez por la Libertad de Expresión

@Fernando_MoraG

Facebook: Fernando Antonio Mora 

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