Sin reforma fiscal no hay “Cuarta Transformación”

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“No se buscará ninguna reforma fiscal porque

eso obedece a la antigua política neoliberal”.

 

Andrés Manuel López Obrador

 

Todo gasto debe ser estrictamente indispensable para la procedencia de su deducción; adicionalmente, hay que pagarles a los proveedores con transferencia electrónica o, bien, con cheque nominativo que expresamente indique que es para “abono de la cuenta del beneficiario”, siempre y cuando el monto de esa erogación sea mayo a dos mil pesos. Se deben expedir comprobantes fiscales digitales por Internet por cada operación que lleve a cabo el contribuyente. Se debe retener el 6% del IVA a las empresas que prestan servicios de subcontratación, cuando alguien recibe una herencia o una donación y ésta sea mayor a 600 mil pesos, a pesar de no ser contribuyente o ser persona física menor de edad; además, se debe presentar una declaración anual informando dicho ingreso, etc., etc. y etc. Estos son simples ejemplos de las reformas fiscales que se han presentado desde el año de 2002, precisamente, cuando gobernaba el partido de mayor inclinación a las políticas de derecha de éste país; asimismo, se siguió otra serie de reformas fiscales hasta la fecha, provocando un desastre en la recaudación y la depredación total sobre los contribuyentes de a pie, sobre esos a los que les corresponde afrontar todos estas formalidades ante las autoridades fiscales en los procedimientos de fiscalización, sobre aquellos a los que el mínimo requisito omitido se convierte en un requerimiento, una orden de visita, un crédito fiscal, un embargo, una orden de aprehensión, etc. Y estas son las disposiciones fiscales que recibe la anhelada cuarta transformación, para la cual no resulta necesaria ninguna modificación.

Los recursos de revocación deben ser presentados, exclusivamente, por medios electrónicos; no es factible por medio impreso. Todo contribuyente debe contar con cuenta bancaria, firma electrónica avanzada y buzón tributario, a pesar de que éste país tenga escolaridad promedio de segundo año de secundaria. Incluso con este panorama, sobre estas disposiciones legales, la administración pública actual ha determinado que no será necesaria ninguna reforma fiscal, pues estas son del neoliberalismo y este gobierno —dice— apela por políticas de izquierda.

Según las disposiciones vigentes, los productos preparados para su consumo causan el impuesto al valor agregado. Por su parte, una reglamentación sostiene que los productos congelados no causan impuesto al valor agregado. Por tanto: ¿el helado es un producto preparado para su consumo o, bien, es un producto congelado? Estos son los tipos de disposiciones que —se ha sostenido en las últimas noticias de este incipiente enero de 2020— no se reformaran. Entonces, de no haber reforma alguna: ¿dónde está la cuarta transformación por la que votaron 30 millones de mexicanos?

El plazo para pagar o interponer un recurso o un medio de defensa, anteriormente, era de 45 días; la administración pública del gobierno anterior lo redujo a 30 días. Gobierno del cual vale destacar que es el mismo que implementó, por imposición de un organismo internacional, impuestos que gravaron las bebidas refrescantes y los alimentos no básicos para que las personas dejaran de consumir tales productos, con el argumento de que, por medio de los impuestos, se inhibiría el consumo de esos alimentos. Ahora bien, resulta que las últimas estadísticas han sostenido que estos impuestos son los que mayor incremento porcentual han obtenido. Así, estos impuestos lo que han causado es el incremento de la pobreza. Pero estas medidas son las que, según el partido, ahora mayoritario, no requieren reforma fiscal. De ser así, entonces: ¿dónde quedó la cuarta transformación?

Es evidente que, sin reforma fiscal, no hay transformación. Lo primero que hicieron los protagonistas de aquellas históricas transformaciones de México fue derogar las cargas impositivas que existían en tiempos del siglo XIX y principio del XX. En la denominada cuarta transformación no sucede lo mismo; por el contrario, se están incrementando las penas para quienes cometen delitos fiscales. No hay más: de no haber reforma fiscal, no hay transformación alguna. A eso se le llama continuidad.

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