El zapatismo vs el tren maya

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Hay una nueva política de desposesión

de los campesinos, de los indígenas,

de las estructuras de producción local:

hay un aumento de violencia estatal”.

Boaventura de Sousa Santos

 

El domingo 15 de diciembre de 2019, la nueva administración pública realizó una consulta más; ahora correspondiente al denominado proyecto del tren maya, y el resultado fue abrumador. Una mayoría más que absoluta de quienes acudieron a participar en esa consulta, prácticamente por unanimidad, aprobó ese proyecto. Sin embargo, ya se han presentado las críticas al respecto de tal consulta, y la más representativa es la de la oposición nacional del EZLN, que en un comunicado al respecto sostuvo expresamente que: «El mal gobierno federal simula consultar a los pueblos, suplanta nuestra voluntad colectiva ignorando y ofendiendo nuestras formas de organización y toma de decisiones, como es el vulgar engaño a lo que llamó “Consulta”, cuyo objetivo no es otro que imponer por la fuerza el mal llamado Tren Maya, que entrega los territorios indígenas al gran capital industrial y turístico, o las mentiras a las que llaman también consulta para imponer con violencia el Proyecto Integral Morelos, o los megaproyectos de muerte que reconfiguran nuestro país para dejarlo a disposición del capital multinacional, principalmente imponiendo el poderío terrorista de los Estados Unidos».

Uno de los profesores de mayor referencia en la actualidad, Boaventura de Sousa Santos, al respecto de la problemática actual en América latina, sostiene: “Nuestros desafíos actuales son inicios de procesos de cambio y no su final […]. Reinvención del Estado y de la democracia en clave intercultural, pluralismo jurídico, armonización de derechos colectivos e individuales), territoriales (nuevas formas y geografías de descentralización y constitución de autonomías, de nociones de tierra y territorio), y de socialidad (interculturalidad y reinversión de la solidaridad)” (Pensar el Estado y la sociedad: desafíos actuales. Buenos Aires: Waldhuter Editores, 2009).

Todo indica que el proyecto del tren maya forma parte de esa problemática sostenida por el profesor y, por otro lado, apenas inicia su polarización; pues, a pesar de la abrumadora mayoría a favor de ese proyecto en la consulta formulada, siguen pendientes muchos puntos controvertidos, sobre todo, respecto a la descomposición del medio ambiente y la afectación a territorios de los pueblos de origen. Aunque también es cierto que la red ferroviaria nacional de México, históricamente, por la revolución mexicana, quedó abandonada; pues el transporte principal en tiempos del Porfiriato fue el tren y gracias a este sistema ferroviario, prácticamente, fue posible llevar a cabo la revolución mexicana por muchos rincones de la nación; y por ello cayó en el abandono.

Es claro que el tren es necesario en México, pero en rutas para evitar tantos problemas viales, de transportes, accidentes, muertes, etc. Por ende, si los esfuerzos, que parecieran caprichosos, del tren maya se utilizaran para impulsar la red ferroviaria nacional —por lo menos de conexión entre las grandes ciudades de la nación, de los puertos, fronteras y aeropuertos—, otra cosa pudiera suceder en México. En ese rubro hay tantos intereses, sobre todo extranjeros, pues el uso del tren terminaría con el mercado de los autobuses que, en México, venden empresas extranjeras; el alto consumo de las líneas de autobuses foráneos se vería disminuido considerablemente. Lo mismo ocurriría con los transportes de mercancías, pues la gran mayoría hace uso del sistema carretero nacional. Además, habría que incluir las grandes obras suntuosas de carreteras, autopistas, concesiones de las mismas, el mantenimiento de esa red carretera, etc. Así, la adquisición de vehículos por los particulares se vendría abajo, los seguros de transportación de mercancías y de los vehículos tendrían el mismo camino. En resumen, todo un sistema financiero que quedaría a la deriva, si se impulsa una red ferroviaria interna en lugar de aquel proyecto del tren maya. Un proyecto que —como parece dar a entender— se trata de una forma de fincar una frontera de los migrantes centroamericanos para que encuentren trabajo en él y no consideren oportuno continuar más al norte, si cuentan con un salario y no tienen problemas de deportaciones ni inseguridad. Pues hay que considerar que, como es de todos conocido, muchos de los campos agrícolas en el sur del país son trabajados por los migrantes centroamericanos. Por ende, hay una razón de fondo respecto a ese proyecto, que apenas inicia su debate con los resultados de esa consulta.

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