Ineptitud o inoperancia en la Secretaría de Salud

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Una dependencia del Ejecutivo del estado donde andan hechos bolas con tantos cambios y que podría registrar un subejercicio de unos 500 millones de pesos, es la Secretaría de Salud, a cargo de Jorge Humberto Uribe Téllez.

De los cambios y grillas al interior de la Secretaría de Salud, el recomendado del presidente Andrés Manuel López Obrador es en buena medida responsable, ya que en más de 130 días no ha podido consolidar y amalgamar un equipo de trabajo.

Desde que rindió protesta a la fecha, Jorge Humberto Uribe ha tenido cuatro subsecretarios de Servicios de Salud: Felipe Ramírez, Antonio Martínez, Roberto Calva y el actual Jorge Ramírez; y dos subsecretarios de Planeación, Evaluación, Desarrollo y Operación: Jorge Sánchez Santana y la actual, Rosalva Ramírez Ramírez.

No son los únicos cambios, ya que también han salido de la dependencia Carlos Octavio Rodríguez, que era director de Operación, Obras, Bienes, Servicios Generales y Procesos de Gestión. En su lugar fue designado Álvaro Rosales Márquez, quien llegó a trabajar el 2 de diciembre.

También se fue Rosaura Rosas González, quien se desempeñaba como directora de Atención a la Salud, y los rumores dicen que también podría salir Adriana Linares Toledo, quien es directora de Operación de Personal.

Por todos estos cambios, aunados a la falta de pago a proveedores y a los desacuerdos entre la Secretaría de Salud y la Secretaría de Administración por los requerimientos de insumos, bienes y servicios que deben ser concursados —por la cuantía de sus montos y por tratarse de recursos federales—, hay decenas de compras pendientes y licitaciones que no se han realizado, que están atoradas en la Dirección de Adquisiciones o en la Unidad de Licitaciones o que tienen fallos pendientes.

Lo preocupante es que estas compras de bienes y servicios no asignados, porque no se han concursado, equivalen a una bolsa de 400 o 500 millones de pesos, que la Federación reclamará con intereses si antes de que concluya el año no se emplean para lo que específicamente estaban destinadas.

Entre las licitaciones que están atoradas destacan la de mantenimiento a equipo médico hospitalario, por unos 207 o 240 millones de pesos; la compra de vales de despensa para el personal con motivo del fin de año; la rehabilitación y mantenimiento de instalaciones sanitarias y hospitalarias del programa U013 (antes denominado Prospera); y la compra de materiales de curación, papelería e insumos de oficina.

Ojalá la 4taT poblana entendiera que la ineptitud y la incompetencia son también una forma de corrupción.

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