Columba Rosete, quien fue la que inició la fiesta en honor a la Virgen, compartió que ante una enfermedad y por su desesperación pidió a la Virgen que la curara a cambio de traerla desde Oaxaca. Una vez que se restableció, cumplió con su promesa y trajo a la imagen para celebrarla cada 8 de diciembre. Primero lo hacía en su local y después, con la ayuda de los comerciantes, fue creciendo, hasta sobrepasar el mercado y hacer a los pobladores partícipes del festejo.

En esta ocasión, cada comerciante donó un bulto de naranja o de mandarina, cajas con plátanos o de cualquier otra fruta, para regalarlas a todas las personas que llegaron a visitar a La Virgen de Juquila. Los vendedores que tienen puestos de comida, también obsequiaron sus productos.