El pasado domingo se lidió en Guadalajara un encierro
fuerte de la dehesa de Xajay; serio con presencia sin mácula en el trapío. El
próximo domingo se anuncian para la Plaza México toros de la misma ganadería.
La lógica dice que en la capital del país, en la plaza
más grande del mundo, la que da y quita, el corazón taurino de este país, donde
se desarrolla la temporada más importante del continente americano, etc., etc.,
ahí deberían estar mejor presentados que en Guadalajara o por lo menos iguales.
La realidad es otra, La México no le llega ni a los
talones al Nuevo Progreso de La Perla de Occidente.
De hecho, el embudo de Insurgentes se queda con la
medalla de bronce, porque primero está Guadalajara y sigue Mérida.
Cualquier
taurino, aunque no chanele gran cosa, entiende que en Guadalajara echan el toro
de verdad, mientras que en La México se vale de todo, absolutamente de todo.
En Guadalajara, la afición no se deja engañar, protesta,
sabe que si paga tiene derecho a exigir, ejerce su derecho; en cambio los capitalinos
toleran todo, son un público dócil, descastado, sumiso, incapaz de protestar,
por eso le ponen el pie en el cuello. Las porras son incapaces de protestar los
bureles chicos.
Javier Sordo Madaleno es el propietario de Xajay. También
es parte de la empresa Plaza México. En Guadalajara fue ganadero, en México
será ganadero y empresario, doble responsabilidad.
Con sólo una semana de diferencia veremos qué manda para
la monumental de Insurgentes.
Los aficionados apuestan por Guadalajara, para mejor presentación.
Las imágenes de los toros que se lidiaron en la perla
tapatía fueron exhibidas por la empresa; en la capital del país, tiene varios
años que no las muestran. Así que nadie verá las fotos de los toros que se
lidiaran en la corrida número seis de la capital.
Hace algunos años cuando el ganadero José María Arturo
Huerta fue el empresario de El Relicario de Puebla, se lidiaban novilladas como
corridas de toros, casi todo de Reyes Huerta. Alguna vez, en una entrevista, le
pregunté si consideraba que lo que se lidiaba en Puebla tenía trapío.
Irritado me respondió tajante: para Puebla sí.
Es decir, hay plazas para toros grandes y plazas para
toros chicos
Esa es la verdad, ofensiva pero real.
Ofensiva porque cuando se defiende la autenticidad de la tauromaquia
jamás se especifica que sólo incluye cosos importantes. Ofensiva porque las
figuras cobran a los empresarios casi lo mismo en plazas de primera o de
segunda. Ofensivas porque el costo de los boletos de entrada es caro en todas
las plazas. Ofensiva porque la publicidad no tiene notas que especifiquen que
para plazas de segunda el espectáculo bajará de categoría.
Pero esa es la realidad, así ha sido la fiesta siempre,
no cambiará. Cada plaza tiene su peculiaridad y su trapío. Es un acuerdo
tácito.
El juez de plaza es quien tiene la facultad de decir si
tal o cual encierro se puede lidiar. Lo que sucede es que aquellos que fungen
como jueces, salvo honrosas excepciones, a todo dicen que sí. Algunas veces por
presiones de los empresarios, ganaderos y los toreros. “Así están bien los
toros, pásalos, no estamos en Madrid”, arguyen los tramposos.
Los chantajes también son argumentos para presionar
jueces. Si la suspendes, le dicen al juez, vas a echar a perder la feria de la
ciudad, le haces daño a la fiesta, vamos a hacer fiesta.
Alguna vez que un juez se faja y rechaza algún encierro,
se recurre con un telefonazo al presidente municipal o algún funcionario de
primer nivel. Entonces obligan al juez a rectificar y si no quiere, lo quitan a
él y ponen otro.
En Guadalajara, el municipio apoya a las autoridades de
plaza. En México el mando y la autoridad la ejerce la empresa, ahí radica la
diferencia porque prácticamente es la misma empresa en ambas ciudades.
En México hace falta que los aficionados despierten, que
los grupos taurinos cumplan su función iniciando las protestas ante los abusos
de la empresa.
El
domingo, en México, los de Xajay no serán toros imponentes como en Guadalajara,
porque cada plaza, cada plaza tiene su trapío.