Las protestas sociales en América Latina frente al hartazgo y los autoritarismos

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Tomás Milton MUÑOZ


Noviembre 09, 2019

Una nueva ola de protestas multitudinarias se ha generado en diferentes países de América Latina y el Caribe, y aunque los catalizadores han sido diferentes, existen rasgos comunes que permiten apreciar el hartazgo de diversas capas sociales frente a una serie de actos autoritarios promovidos tanto por gobiernos de derecha como de izquierda. Los ejemplos más recientes de lo anterior son las movilizaciones registradas en Chile, Ecuador, Bolivia y Haití, en donde las autoridades han sido incapaces de responder con atingencia a las necesidades de sus gobernados.

En Chile, la decisión de subir el costo del pasaje del metro por parte del gobierno del presidente derechista Sebastián Piñera fue la gota que derramó el vaso entre una parte importante de la población, resentida con la aplicación de medidas neoliberales que han terminado por ampliar la desigualdad. El incremento en el transporte público se sumó a los registrados en otros servicios como agua y luz, así como a la crisis en el sistema público de salud y a la incertidumbre que genera el presente y futuro del sistema de pensiones privado.

A pesar de que Piñera revirtió la medida de subir el precio del pasaje del metro y de que renunció parte de su gabinete, la furia de los manifestantes contra el gobierno chileno no ha cesado, y la reacción autoritaria y represiva de las autoridades por medio del uso de la fuerza pública, ha provocado un encono mayor y la violación sistemática de los derechos humanos.

Desde que iniciaron las protestas el pasado 19 de octubre, unas 23 personas han muerto –cinco a manos de agentes de seguridad, dos más mientras estaban detenidos en comisarías y 16 durante la presunta comisión de delitos comunes en las manifestaciones, según la Fiscalía chilena--. Además, unas 2 mil 500 personas han resultado heridas, de las cuales al menos unas 400 fueron lesionadas con perdigones disparados por fuerzas del orden, y más de 4 mil 200 han sido detenidas, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile (INDH).

Las protestas continúan en el otrora considerado paraíso económico y social latinoamericano, y las acciones represivas y la negativa de hacer concesiones de fondo para cambiar el modelo económico y social por parte de Piñera, tambalean su Presidencia y corre un riesgo latente de ser sacado del Palacio de la Moneda.

Otra de las graves crisis sociales en la primavera sudamericana –estación comprendida entre el 1 de septiembre y el 30 de noviembre-- es la acontecida en Bolivia, país que acaba de celebrar elecciones presidenciales y en las que de manera cuestionada resultó ganador el actual mandatario Evo Morales, quien ha logrado importantes avances en materia económica y social, pero se niega a dejar la cabeza del Ejecutivo, lugar que ocupa desde enero de 2006.

El caso de Evo es paradigmático, pues durante su gestión se ha disminuido la pobreza extrema en más de 23 puntos porcentuales, gracias en gran parte a la nacionalización de recursos naturales estratégicos y de empresas de relevancia, cuyos dividendos han sido reinvertidos en infraestructura y en servicios sociales. Además, se ha fomentado la inversión privada; sin embargo, también durante su prolongada administración ha impulsado la modificación de las leyes electorales para poder seguir gobernando el país, lo que constituye un acto de autoritarismo velado.

El modelo de “Socialismo del Siglo XXI” impulsado por Morales ha dado resultados económicos y sociales, pero tras las elecciones del 20 de octubre, la oposición política encabezada por Carlos Mesa, el candidato presidencial perdedor, y otros líderes en Departamentos como Cochabamba y Santa Cruz, han llamado al desconocimiento de los resultados electorales, a los que califican de fraudulentos.

El empecinamiento de Morales por continuar en el poder ha puesto a sectores de la población en su contra, y ya se registraron sublevaciones policiales en Cochabamba y en Santa Cruz. El próximo miércoles 13 de noviembre, la Organización de Estados Americanos (OEA) dará a conocer una auditoría sobre las elecciones presidenciales, y el resultado será fundamental en la cerrera política del mandatario de izquierda, ya que le puede otorgar la legitimidad a su triunfo electoral; o por el contrario, los opositores tendrán más combustible para continuar con sus protestas y así poner en jaque la Presidencia del exlíder cocalero.

En Ecuador, mientras tanto, aún continúa la crisis social y política desatada por las decisiones asumidas por el presidente Lenín Moreno, quien sin generar consensos decidió aplicar una serie de medidas “aconsejadas” por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de recursos financieros. El presidente ecuatoriano, al igual que el chileno Piñera, tuvo que recular tras las protestas registradas por la expedición de un decreto en el que se eliminaban subsidios y se incrementaba el precio de los combustibles.

Asociaciones como la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae) se encuentran listas para reactivar sus manifestaciones, si el presidente Moreno incumple en los próximos días con la presentación de una alternativa a las reformas económicas que fueron avaladas por el FMI.

En Ecuador se vive, en el plano gubernamental, un cambio de paradigma ideológico, económico y político, pues Lenín ha dado un giro de la izquierda progresista representada por el exmandatario Rafael Correa, hacia la centro-derecha, y las medidas asumidas por el actual mandatario generaron movilizaciones encabezadas sobre todo por los indígenas, cansados de ser ignorados en la toma de decisiones.

Finalmente en Haití, de nueva cuenta se vive una crisis política y social a la que poca atención se le presta desde los grandes medios de comunicación. En las últimas 9 semanas se han dado manifestaciones multitudinarias en contra del presidente Joven el Moïse, con un saldo hasta el momento de más de 40 muertos.

Moïse, político de ideología liberal y presidente desde febrero de 2017, es señalado por dirigir un esquema de desvío de fondos del programa Petrocaribe, que lo beneficiaron con unos 700 mil dólares, dinero destinado inicialmente a proyectos que nunca se realizaron en Haití, considerado el país más pobre del Continente Americano. Por si fuera poco, se le acusa del aumento en las desigualdades sociales, del incremento de la inflación y de la devaluación de la gourde, la moneda nacional.v

En estos momentos, parte importante del país y en especial la capital, Puerto Príncipe, se encuentran paralizados por la falta de transporte público y las barricadas colocadas por la población para protestar y contener la represión de las fuerzas del orden. El desabasto es otro elemento que caracteriza en este momento a Haití, las escuelas están cerradas y unos 11 mil reclusos están en riesgo de morir de inanición, debido a la imposibilidad de distribuir alimentos en los centros de detención.

A las situaciones anteriores habría que sumar las crisis políticas y/o económicas que afrontan Perú, Nicaragua y Venezuela, o la de seguridad que abruma a México. En síntesis, una parte importante de los países del continente padecen las ineptitudes y autoritarismos de sus dirigentes, sin importar si son de derecha, centro o izquierda, por lo que grupos de la sociedad civil han dicho “no más” y encabezan movimientos para ser tomados en cuenta en la toma de decisiones.

* Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Profesor e investigador de tiempo completo adscrito al Centro de Relaciones Internacionales, director de la Revista de Relaciones de la UNAM y profesor de cátedra en el ITESM Puebla 

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