Discurso político: filosofías opuestas en Twitter y Facebook

  • URL copiada al portapapeles

Barthélémy MICHALON


Noviembre 09, 2019

Twitter y Facebook. Dos redes sociales con, respectivamente, cientos y miles de millones de usuarios. Ambas se distinguen no solamente por su propósito y forma de funcionar, sino también por la manera en que regulan y controlan la información que albergan.

Durante la semana pasada, una veintena de alumnos del Tecnológico de Monterrey realizaron visitas a las oficinas mexicanas de estos dos gigantes del sector digital, y pudieron comprobar de primera mano hasta qué punto proponen respuestas divergentes frente al desafío de la difusión de la información.

Por un lado, Facebook considera que entre sus objetivos centrales se encuentran la protección de la “autenticidad” de la conversación en línea, así como la “seguridad” de sus usuarios. En nombre de estos principios, la plataforma ha desarrollado sistemas para filtrar contenidos y remover aquellos que presentan ciertas características, como el discurso de odio, la desinformación (también conocida como fake news, un término utilizado de manera tan abusiva por ciertos actores políticos que los especialistas del tema prefieren ahora dejarlo a un lado), o numerosas situaciones de desnudez.

Estos mecanismos, que combinan medios tecnológicos y humanos, aún están lejos de funcionar de forma plenamente satisfactoria, pero siguen en proceso de desarrollo. También revelan que Facebook tiene la intención jugar un rol activo en la regulación de los contenidos accesibles en su amplia comunidad virtual.

Por otro lado, Twitter proclama que su propósito consiste en “servir la conversación en línea”. Desde su perspectiva, esto significa limitar lo menos posible la expresión de las ideas. En sus primeros años de existencia, argumentaba que the best answer to bad speech is good speech, aseveración que le permitía justificar un elevadísimo nivel de tolerancia ante lo que se publicaba en su red, que supuestamente se iba a autorregular.

No le fue posible sostener esta política mucho tiempo: a partir de 2015 abrió los ojos sobre el carácter nocivo de muchas expresiones de esta “conversación en línea” y empezó a retirar de su plataforma aquellas publicaciones de acoso, de agresión verbal, de amenaza o de incitación de la violencia que le eran notificadas. Sin embargo, rechaza que pueda fungir como un “árbitro de la verdad”, y con este argumento se niega a remover cualquier contenido por motivo de su falsedad.

Dos acontecimientos recientes generaron un debate acerca de los comerciales de corte político que aparecen en estas dos plataformas. Primero, un hito destacado de la comparecencia de Mark Zuckerberg ante el Congreso de Estados Unidos el 23 de octubre, fue el intercambio que sostuvo el fundador de Facebook con la joven demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, quien de manera bastante acertada denunció las reglas de la plataforma en materia de comerciales políticos, pues éstos no están sometidos a ningún control de veracidad, lo que en la práctica permite que cualquiera pueda desarrollar su campaña electoral con base en mentiras y acusaciones sin fundamento hacia sus adversarios.

A un año de las elecciones federales en dicho país, es preocupante que exista la posibilidad de difundir semejantes mensajes, más aún cuando se recuerda lo sucedido en 2016. Aunque su joven dirigente no parecía tan cómodo al momento de defender esta práctica ante los congresistas, Facebook justifica esta regla, en vigor desde hace años, con argumentos ligados a la particularidad del discurso político, resaltando que de por sí está sometido a un intenso escrutinio, y que es por excelencia un espacio de debate y de contraposición de ideas.

También sostiene que el recién creado repositorio de comerciales políticos, donde éstos quedan públicamente accesibles por siete años, permite que los candidatos y políticos sean ahora responsables por el contenido de los comerciales que difundieron en la red social.

Exactamente una semana más tarde, el presidente de Twitter sorprendió a todos al anunciar que su empresa decidió prohibir la totalidad de los comerciales políticos en su plataforma, incluyendo no solamente los mensajes pagados que promuevan a un candidato o un funcionario público, sino también aquellos que impliquen defender una postura sobre cualquier tema societal (lo que en inglés se designa como issueads: pena de muerte, matrimonio homosexual, nivel deseable de impuestos…).

El argumento clave es que el “discurso político debe ser ganado, no comprado”. En una referencia no disimulada hacia su competidor, denuncia la incoherencia de estar verificando la veracidad de las publicaciones, excepto cuando se esté pagando para darles mayor alcance.

Lo que no deja de sorprender es que la postura escogida por cada una de estas dos compañías representa una excepción a su filosofía, descrita más arriba en esta columna: Facebook se esfuerza por filtrar noticias falsas… excepto aquellas promovidas por actores políticos. En cambio, por regla general Twitter procura acotar lo menos posible la expresión en su plataforma, pero acaba de anunciar que una categoría completa de comerciales está ahora vetada de su espacio virtual.

Más allá de los retos asociados con la implementación concreta de esta nueva regla, este giro drástico por parte de Twitter pone ahora a Facebook en una situación más incómoda: ¿podrá seguir mucho tiempo con su propia política, que no solamente va a contracorriente de su orientación general, sino que también le permite recibir ingresos por difundir anuncios, por engañosos que sean y sin importar el impacto que puedan tener sobre el desarrollo de los procesos electorales?

El que Twitter prohíba cualquier comercial de tenor político y que Facebook, por ahora, los acepte todos sin el menor filtro, revela un punto común entre ambas plataformas: aunque recurran a medios opuestos, cada una busca evitar asumir un rol de regulador del discurso político. Este papel es de por sí extremadamente delicado; y, efectivamente, sería perturbador que estuviera en manos de un actor privado.

* Profesor de tiempo completo del Tecnológico de Monterrey en Puebla, en la carrera de Relaciones Internacionales

[email protected]

  • URL copiada al portapapeles