El desencanto de “La Mañanera”

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Casi puntualmente a las 7 de la mañana, de lunes a viernes, el presidente Andrés Manuel López Obrador hace su aparición en la tradicional conferencia conocida como “La Mañanera”.

Solemne, la mayor parte de las veces serio, AMLO comparece ante periodistas nacionales y extranjeros, youtubers y uno que otro “palero” que funge como distractor de los temas calientes y en otras más actúa como adulador.

Están por cumplirse este mes 250 intervenciones mañaneras, desde que iniciaron el 1 de diciembre del 2018. De acuerdo al Gobierno Federal, con las conferencias se busca ejercer la transparencia y rendición de cuentas.

Empero, es muy común que durante su desarrollo aparezcan afirmaciones no verdaderas o imposibles de comprobar, así como refutaciones a preguntas y pruebas de los periodistas con la famosa frase “yo tengo otros datos”.

El pasado jueves fue una “mañanera” caliente. Continuaron los cuestionamientos severos de los reporteros sobre Culiacán y el Presidente contestó, citando a Gustavo Madero, que los periodistas en México “muerden la mano que les quitó el bozal” y repitió en diversas ocasiones que practican el amarillismo. Fue un quiebre histórico, que marca un antes y un después en la relación del mandatario con la Prensa.

AMLO fue más allá para hacer más controvertida esa reunión, ya que pidió se revelara el nombre del coronel responsable del operativo de captura de Ovidio Guzmán en Culiacán hace unos días. La mayoría de los medios advirtió del riesgo al incurrir en esa decisión.

Tras el vergonzoso episodio del jueves resulta oportuno cuestionar el interés real que se busca con la producción de “La Mañanera”. Ello porque se trata de un evento inédito en todo el mundo: tener a un Presidente hablando desde las 7 de la mañana a todo un País.

Para muchos esto es el mejor ejemplo de protagonismo y de populismo. Generalmente se espera de un gobernante más acciones y hechos que “declaracionitis" y amenazas verbales continuas, particularmente contra la Prensa independiente.

Se reconoce que el presidente tenga la voluntad de informar a su País. Hay gobernadores y alcaldes mexicanos que “se desaparecen” tan pronto asumen sus cargos, se la pasan viajando y dejando a sus secretarios dando la cara a los medios y a la opinión pública.

Sin embargo, la exposición de López Obrador se va totalmente al extremo opuesto. El exceso de apariciones, comentarios y condenas lleva a crear una agenda que parece querer imponerse para opacar las revelaciones que esa mañana aparecen en la prensa nacional (aunque a veces se logra poner en la mesa una investigación de Reforma que molesta a nuestro Presidente).

“La Mañanera” ha perdido su encanto y el factor novedad. Su impacto mediático se ha vuelto predecible y, por ende, poco efectivo. Comienza a rayar incluso en el entretenimiento y en otras ocasiones en evidente enfrentamiento (con la Prensa).

Los mexicanos no necesitamos estar enterados cada minuto por el Presidente, sino esperamos un informe detallado cuando la ocasión lo amerite. Lo demás es montaje gubernamental y protagonismo innecesario.

Quizá sea buen momento para que alguien le comente que la modalidad inaugurada el 1 de diciembre ya no funciona, que Presidencia debe hacer menos producción mediática y, por otro lado, ejecutar más acciones de Gobierno. Éstas últimas serán más agradecidas por los mexicanos.

 

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