Fue un día largo y difícil. Llegaste tarde al trabajo, no tuviste tiempo de comer, de regreso a casa el tráfico fue muy lento por la lluvia y tuviste un par de encuentros con otros conductores por pelear el paso. Es agotador tanto estrés; sin embargo, al entrar a casa todo cambia; tu perro te recibe con brincos, abrazos y giros. Pasas de largo, las obligaciones de la vida te pesan tanto que no te permites ver su alegría.

Ayer te rompieron el corazón, sientes que ya nada vale la pena sin el amor y la compañía de esa persona. Pasaste toda la noche llorando pensando lo sola que estás. Nunca te diste cuenta que tu perra estaba a tu lado, gemía mirándote llorar y te jalaba el brazo con la pata como diciendo: “no estás sola, aquí estoy a tu lado”. Hoy despertaste y ella te estaba mirando; ni siquiera la acariciaste, volviste a ese lugar oscuro pensando que estás muy sola en la vida.

Construiste una hermosa casa en un lugar alejado. Durante un tiempo estuvo abandonada; entró gente a robar tu material y a grafitear tus paredes. Un día, llegó a vivir una hermosa manada que cuidó de tu espacio que con tanto trabajo has forjado durante años. A partir de su llegada nunca más entró gente, nunca más te robaron nada, nunca más pintaron tus paredes. En pago, los pateas y exiges a la comunidad que se los lleve la perrera porque mordieron un tubo y porque, desde tu pobre mundo, piensas que son un foco de infección.

La compañía de un perro es un regalo en la vida. Siempre están presentes con su alegría, su compañía y su protección para hacer que tu mundo cambie. Creo que hay almas que están negadas para ver tanta belleza. No se puede exigir a un ciego reconocer el color del amanecer; no se puede explicar a un corazón duro el significado de la compasión.

Antes de patear un perro, de correrlo, de envenenarlo, de matarlo, de llevarlo a la perrera, de abandonarlo en la calle, pregúntate quién quieres ser. Deseo de todo corazón que la bondad siempre gane.

*Agente perruna

y diseñadora gráfica

 Lauralva

agenteperruna

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