Sumemos, no restemos

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Paz social y seguridad son dos derechos que como mexicanos buscamos tener, pero cada día que pasa vemos complicado disfrutar.

Luego de observar los recientes acontecimientos de violencia que acontecieron en diferentes rincones de nuestro querido México, persiste entre la población la duda de que si algún día nuestras autoridades lograrán mejores resultados para prevenir y reducir la violencia que ha escalado a niveles macabros.

Sexenios van, otros más llegan y nada mejora. Pasan los años sin noticias positivas y crecen las estadísticas negativas. ¿Hasta cuándo?… preguntamos todos los días en nuestros hogares.

La respuesta tiene que ver finalmente con la capacidad de acción y los recursos que inviertan nuestras autoridades para aplicar la ley con severidad, mejorar nuestros mecanismos de justicia y depurar a todas las policías, tanto locales como federales.

Una de las principales barreras a superar es la evidente división de competencias entre autoridades de los tres tipos de gobierno (municipal, estatal y federal). Ello generalmente se manifiesta en una falta de coordinación entre las policías y autoridades de procuración y administración de justicia en todo el país.

Ciertamente el problema que vivimos ha crecido a nivel exponencial, pero todavía se puede hacer mucho en el terreno preventivo y combativo desde la parte civil y familiar. Es decir, los ciudadanos podemos alternar con nuestras autoridades en este esfuerzo para alcanzar mayor seguridad y tratar de reducir la violencia.

Por ejemplo, la campaña Juntos por la Paz, que lanzó recientemente el gobierno federal busca coordinar esfuerzos entre diferentes autoridades para prevenir y combatir el uso y dependencia de las drogas. Esta iniciativa forma parte de la Estrategia Nacional para la Prevención de Adicciones que ya se aplica en varios estados.

Su objetivo principal es inhibir la adopción y recurrencia de fármacos entre los jóvenes, principalmente a través de pláticas donde se les enseña a discernir sobre los peligros de caer en las adicciones.

Esta campaña, bien gestionada y fiscalizada, luce como una buena alternativa. Sin embargo, urge fomentar más programas preventivos a nivel local apoyados con supervisión paterna, ya que el hogar sigue siendo la mejor fuente de detección temprana y de control.

La meta al final es promover un cambio hacia una nueva cultura de protección en la sociedad. Hay quienes criticarán que comenzar este tipo de acciones se antoja una respuesta ya muy tardía y poco práctica a un problema ya demasiado complejo debido a la penetración de la drogadicción a todos los niveles sociales.

Sin embargo, cerrar los ojos, resguardarse en el hogar sin hacer nada y continuar quejándose son medidas que restan esfuerzos en lugar de sumar.

Los mexicanos ya hemos superado situaciones difíciles (terremotos, huracanes) trabajando de manera colectiva. No perdamos la esperanza de que somos capaces de actuar con mayor arrojo y más organizados con el fin de proteger a nuestros hijos y a nuestras familias en general.


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