Se
llevó a cabo en el llamado Diorama “El Trompo”, pero no en el interior del
auditorio en el que no hubieran cabido las 20 mil personas que se concentraron
el pasado domingo 20 de este mes de octubre a las 4 de la tarde, sino en una
amplia explanada exterior en la que se colocó un gran templete y el sillerío
indispensable. Fue una tarde espléndida, de esas que cabe decir que “ni mandada
a hacer”, ni calor ni frío ni viento, y el sol de la tarde pegó un poco intenso
sólo un rato.
Llegaron
comisiones pequeñas —la distancia es un gran obstáculo— desde Sinaloa, Baja
California Sur y Sonora y, desde luego, el grueso del contingente de Baja
California, de ciudades como Mexicali, Tecate, Ensenada y de la propia Tijuana,
de sus colonias más pobres y con menos servicios.
Si
se me pregunta cuál --además de la multitud congregada-- fue la característica
principal del evento, yo diría que el ánimo excelente, el entusiasmo de los
asistentes. Se notaba a las claras que estaban muy contentos de estar ahí y lo
hacían patente gritando espontáneamente las consignas, agitando las banderas
que llevaban por miles y, sobre todo, animando a los oradores, lo cual
significa que seguían puntualmente sus declaraciones.
El
invitado principal estuvo, pues, presente y muy participativo; no hay, no puede
haber un acto del pueblo sin la presencia del pueblo. Los líderes son líderes
porque dirigen, porque tienen la confianza de alguien, en este caso, de muchos
miles de mexicanos que estuvieron presentes.
Se
pudo trabajar. Después de varios números artísticos como preámbulo, inició el
evento propiamente dicho. Después de un inmenso coro infantil y juvenil que
interpretó el himno del Movimiento Antorchista, el joven cantante, excelente
intérprete, Wenceslao Muñoz, les dedicó a los presentes el “Corrido de
Mazatlán”, de José Alfredo Jiménez. Vino luego la intervención del dirigente
del Regional Noroeste del Movimiento Antorchista, que incluye a los estados
presentes ya mencionados, el compañero Ignacio Acosta Montes, quien dio la
bienvenida a todos los presentes y se mostró orgulloso de ser antorchista.
Se
concentró ahí una amplia representación del Comité Ejecutivo y de la Dirección
Nacional. Estaban los diputados federales Antorchistas Brasil Acosta, Eleusis
Córdova y Lenin Campos; estaba la presidenta municipal de Ixtapaluca, la licenciada
Maricela Serrano Hernández; y muchos dirigentes estatales antorchistas, entre
quienes menciono a Dimas Romero, de Oaxaca; Aleida Ramírez, de Yucatán; a
Carlos Martínez, de Tamaulipas; a Ramón Rosales, de Nuevo León; a Marcos Pérez,
de Guanajuato y a otros más. La verdad, todo el país estuvo representado en el
acto antorchista de Tijuana.
A
todos ellos los encabezó el líder de los antorchistas de México, el Maestro
Aquiles Córdova Morán, quien, desde luego, como siempre lo hace, hizo uso de la
palabra. Me detengo y le dedico espacio especial a su discurso porque me parece
que hizo en Tijuana importantes declaraciones que deben ser conocidas. Su
discurso fue una síntesis de la alternativa que proponen los antorchistas ante
el neoliberalismo que nos ahoga. El neoliberalismo o el capitalismo salvaje
están haciendo crisis en buena parte del mundo; las grandes masas están cayendo
en la cuenta de que ya no tiene nada que ofrecerles, como no sea más
sufrimiento.
A
unos kilómetros de distancia de Tijuana, a 40 dólares en transporte colectivo,
se llega a Los Angeles, la mayor ciudad de un estado que es, si mis datos no me
fallan, la quinta o la sexta economía del mundo. Y ahí mismo, en el corazón de
la ciudad, se encuentra la tristemente célebre zona denominada Skid Row, en la que ya habitan en las
calles y en las banquetas cerca de 5 mil norteamericanos sin casa y sin
trabajo; once por ciento creció esa población de miserables en el último año.
Eso, a unos kilómetros de la frontera, en la economía más grande del planeta.
No
hay, por tanto, que ir muy lejos y en la oscuridad para entender los últimos
acontecimientos en Quito, Ecuador, en donde un retiro de subsidios en respuesta
a un acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de
un préstamo, es decir, una alza a los precios de los combustibles, acaba de
desatar una imponente protesta de cientos de miles de indios y no indios pobres
de Ecuador, al grado tal que obligaron al presidente Lenín Moreno a retirar las
medidas y sentarse a negociar.
Tampoco
cuesta mucho trabajo explicarse la protesta inmensa de Chile que transcurre
mientras se escriben estas líneas, motivada por un aumento en los precios del
agua, la luz y el boleto del metro; pero, en el fondo, por las políticas de un
modelo económico brutal. El mundo se está rebelando contra el neoliberalismo.
Como
alternativa, el Maestro Aquiles Córdova preguntó: “¿En qué radica nuestra
discrepancia con López Obrador?” Y procedió a dar la respuesta: “Él (AMLO)
dijo, desde candidato, que el problema del país era la corrupción y que él se
iba a dedicar a combatirla. Nosotros dijimos: ‘no es cierto’, el problema del
país no es la corrupción —aunque la corrupción existe y hay que combatirla, de
eso no hay duda—; el verdadero problema del país es el desastre económico que
se manifiesta como desastre social en el que vive la inmensa mayoría de los
mexicanos… ¿Por qué hay tanto pobre en un país que produce tanta riqueza?
Porque la riqueza no se reparte, y no se reparte porque el modelo económico
llamado ‘neoliberalismo’ no reparte la riqueza, no tiene mecanismos automáticos
para repartir la riqueza; al contrario, los mecanismos automáticos del
neoliberalismo provocan lo que estamos mirando: la concentración en pocas
manos, y aquí está el resultado, un país muy rico, la economía número 15 del
mundo, es uno de los países donde hay más pobres en el mundo entero, más o
menos alrededor de 100 millones de mexicanos de alrededor de 125 millones que
somos, padece algún tipo de pobreza”.
El
maestro Córdova Morán culminó su discurso haciendo un importante llamado: “Por
eso, yo les digo: ha llegado el momento de que Antorcha tome las riendas del
país. Pero Antorcha sola, también hay que decirlo, no podría. No podría
Antorcha sola con el país. No, ni queremos tampoco porque sabemos que el país
es muy amplio, vasto y variado. Lo que queremos al decir esto, es decirle a
todos los que entiendan algo de la problemática nacional, a todos los que se
hayan vistos lesionados por la política de la 4taT, a los
despedidos, a los que les bajaron el salario, a los que les quitaron las
guarderías, a los que les quitaron el seguro popular, a los que están siendo
agredidos en su calidad de empresarios, equiparando el fraude con facturas
falsas al crimen y la delincuencia organizada (una auténtica barbaridad
jurídica); a ellos también, les decimos: vengan con nosotros, hagamos un bloque
nacional para crear un proyecto de país nuevo, distinto y mejor que el que
sostienen en la 4taT.
”Y
lo que yo dije, sería el eje con el cual discutiríamos con todo el que quiera,
con las organizaciones sociales, con los campesinos, con los empresarios, con
las clases medias, con los obreros, con los que quieran. Vamos a discutir un
proyecto para México en los términos básicos que plantea Antorcha. Hagamos un
bloque unido para poder llevar al poder a un presidente que sí sepa economía,
que sí sepa lo que México requiere y que tenga la voluntad y que tenga los pantalones
para poner en práctica este proyecto aprobado por todos, para un México que
avance hacia su grandeza material y hacia su grandeza espiritual.”