En el corazón de la hipocresía

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La hipocresía la define la Real Academia de la Lengua como el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o se experimentan.

Lo saco a colación por la expresión utilizada por el gobernador del Estado Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta, cuando respondió a varios actores políticos, locales y nacionales, que le exigían una disculpa pública o que se retractara de sus expresiones hechas en el municipio de Huejotzingo.

Recuerdo aquí esas primeras expresiones para ilustrar mejor: “yo gané la elección, me la robaron…..pero los castigó Dios”, en alusión clara y directa a los resultados de la elección ordinaria del 2018, en donde al final, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le reconoció el triunfo a Martha Erika Alonso; y a los lamentables acontecimientos de diciembre del mismo año, en el que perdieron la vida cinco seres humanos.

Esta parte de su discurso provocó indignación en unos, sorpresa en otros y la oportunidad de señalar públicamente de insensible al gobernador, de otros tantos.

Ante la fuerte exigencia de la disculpa pública o de la retractación de su dicho, el propio gobernador contestaría algunos días después lo siguiente: “se trató de una expresión popular que impactó en el corazón de la hipocresía de ultraderecha”, y al más puro estilo del presidente López Obrador, dirigió la acusación a dos expresidentes: Calderón y Fox, acusándolos de rateros.

Curiosamente se le olvidó Enrique Peña Nieto, el presidente que más escándalos de corrupción presentó durante su gestión, sin hablar de los comentarios generados ahora en su vida social como expresidente. ¿Olvido?, ¿o quiso pegar en “el corazón de la hipocresía de sus partidarios”?

Por otra parte, y de la misma manera que el presidente López Obrador, el gobernador encasilla en la “ultraderecha” a todos aquellos que se manifestaron de diferente manera contra sus expresiones iniciales. En la casilla de la ultraderecha puso a periodistas, miembros de partidos políticos y ciudadanos que, por una u otra razón, no coincidieron con su declaración y se manifestaron de diferente manera.

En lo personal, con mi actuación durante más de 30 años en la vida pública he demostrado que no soy de ultraderecha, aunque muchos lo consideren así por pertenecer, por cierto con mucho orgullo, al Partido Acción Nacional.

Yo manifesté mi opinión sobre el particular y en su momento expresé públicamente que “era una expresión desafortunada, que Dios no castiga así y que había sido producto de un accidente o de la maldad humana, al tiempo de pedirle al gobernador que informara las conclusiones del informe que estaban preparando seres humanos”.

Al final, el que no ofreciera una disculpa pública por esas declaraciones no me parece tan grave. Lo grave en un futuro sería que, al más puro estilo del actual gobierno, su sucesor ofreciera una disculpa pública por esas declaraciones.

El que no se retractara de sus expresiones no me parece grave; lo grave sería que otros consideraran, en un futuro cercano, que Dios lo castigó por ese tipo de expresiones.

Lo que a mí me parece que debió haber hecho como autoridad principal en el estado de Puebla, es matizar; es decir, graduar sus expresiones conceptuales y rectificar un poco para no seguir polarizando a la sociedad poblana, para así hacer efectivo su dicho de que busca la reconciliación de los poblanos.

Eso lo hubiera hecho ver como un hombre de Estado y no como alguien que se encuentra anclado en el pasado, sin superar lo que ya debería estar superado. Vamos, esos adversarios ya no están.

El insistir en pegar en “el corazón de la hipocresía”, no parece ser el camino adecuado a seguir; y mucho menos en una sociedad como la nuestra.

* Analista político. Maestro en Negociación y Resolución de Conflictos por la Universidad Carlos III de Madrid, España. 

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