Cuando observas cualquier fenómeno o aspecto de la realidad, te formas juicios al respecto.

Algunos de los juicios a los que más fácilmente accedemos, son aquellos que se refieren a cuestiones que podrían ser diferentes “para bien”, según nuestro criterio. También es posible que alguien se refiera en estos casos a aquello que “pudiese mejorarse”. En la mayoría de estos casos, nos referimos a las debilidades.

Decimos “en la mayoría de los casos”, pues también es posible que al hablar de las fortalezas alguien identifique que un aspecto es muy bueno, y aún y con esa percepción también considere que puede mejorarse. ¿Te hace sentido?

Hemos mencionado en artículos anteriores que una misma situación puede considerarse tanto favorable como desfavorable, según las posibilidades en las que pueda desarrollarse.

Al respecto, consideramos que las debilidades son las características y capacidades internas de la organización que no están en el punto que se necesitan para contribuir al éxito, y más bien provocan situaciones desfavorables. Por tanto, al observar su manifestación también es posible identificar aspectos adversos, negativos, inadecuados, perjudiciales o dañinos para la organización.

Mencionamos en el artículo de la semana pasada que en organizaciones que registran bastantes inconformidades, quejas o rechazos por parte de sus clientes se adolece de la habilidad de reconocer las necesidades de los clientes y convertirlas en el levantamiento de requerimientos, y éstos en especificaciones técnicas por desarrollar: por tanto, el fenómeno como sus efectos se convierten visiblemente en debilidades, ¿cierto?

Las debilidades tienen entonces un par de características que es necesario que observes: ocurren dentro de la organización, y le son desfavorables. Por tanto, la organización tiene control sobre ellas, por medio de cualquiera de los actores que la integran.

Entre las debilidades más comunes que puedes observar en las organizaciones, están las siguientes:

• Falta de claridad de propósito organizacional;

• Deficiente comprensión del modelo de negocio;

• Órdenes cruzadas;

• Bajo nivel de producción;

• Funciones sobrepuestas;

• Cargas de trabajo desbalanceadas;

• Procesos o procedimientos no estandarizados;

• Deficiencias en el entrenamiento y la formación del personal;

• Incompetencia en la integración de los equipos de trabajo;

• Bajos salarios;

• Deficiente comunicación al interior de la organización;

• Deficientes o inexistentes sistemas de control;

• Autoritarismo; y/o

• Deficiencias de liderazgo en la dirección y en los mandos…

Entre muchas otras que pueden estar generando malestar y dañando la capacidad de los integrantes de la organización para entregar productos y servicios óptimos.

También pueden ser debilidades: la deficiencia en el reconocimiento de los resultados obtenidos; la deficiencia en la comunicación de prácticas exitosas y prácticas no aceptables; la ausencia de incentivos; un clima laboral inadecuado; la deficiencia en la coordinación de tareas, y, por tanto, de la producción.

Por otro lado, las fortalezas pueden convertirse en debilidades: por ejemplo, cuando cambia la estructura salarial y deja de ser competitiva; o si ocurre algo que provoque desmotivación en los empleados; o si se pierde la exclusividad de un producto de punta, entre muchas otras.

Por tanto, al analizar la situación, los aspectos, los factores o las condiciones internas de la organización, es factible reconocer si su estado o estatus es favorable o desfavorable para la organización, y determinar si contribuyen a acelerar el éxito de la organización o no. En ese análisis, es posible reconocerlas entonces como fortalezas o debilidades, según sea favorables o desfavorables.

Al respecto, te propongo que hagas una lista con el tema de las debilidades: ¿Cuáles son tus debilidades?, ¿cuáles son las debilidades de tu organización? O bien, ¿cuáles son las debilidades de aquello que decidas analizar?

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