Hoy arranca el mundial de atletismo en Doha

Doha tendrá que elegir al nuevo rey del atletismo, o al menos confirmar al ser humano más rápido del planeta

Han transcurrido dos años desde que, el 12 de agosto de 2017, en el estadio Olímpico de Londres, un calambre en el isquiotibial izquierdo causó un doloroso adiós al más grande, Usain Bolt, que con un modesto bronce en el zurrón se despidió de las pistas para penetrar en el territorio de la leyenda. Y nadie ha sido capaz de ocupar tan descomunal vacío.

Rodando por la pista en plena recta durante la final mundialista de 4x100: así expiró la órbita gloriosa del astro jamaiquino, que en los nueve años anteriores, desde su explosión con el triplete olímpico en Pekín 2008, había cargado con casi todo el peso del atletismo sobre sus espaldas.

Fue un adiós inesperado para el atleta más grande de todos los tiempos, que cruzó la meta acompañado por sus tres compañeros de relevos en la escena más dramática de los Mundiales.

Once veces campeón mundial y ocho olímpico, Bolt dejaba huérfano al rey de los deportes.

La misma pista azul londinense alumbró a sus dos sucesores: el veteranísimo Justin Gatlin le arrebató el título de 100 metros con un crono de 9.92 el propio Bolt sólo fue tercero con 9.95; y el turco Ramil Guliyev heredó su corona en 200 con un registro de 20.09. Ninguno de ellos tocado con la gracia divina del Relámpago.

Doha tendrá que elegir al nuevo rey del atletismo, o al menos confirmar al ser humano más rápido del planeta, y los dos candidatos nacieron en los Estados Unidos.

Todavía con el susto en el cuerpo tras escapar, por un tecnicismo legal, a una sanción de dos años por no justificar tres faltas a controles de dopaje por sorpresa en el plazo de doce meses, Christian Coleman, el hombre más veloz durante los dos últimos años y líder de la presente temporada en 100 metros (9.81), está llamado a erigirse en nuevo rey del sprint. Y eso que sobre la pista de Doha estará su compatriota Justin Gatlin, que defenderá el título con 37 años, doce más que el principal aspirante; y el joven nigeriano Divine Oduduru, segundo del ranking con 9.86.

La carrera de 200 metros tendrá un solo favorito, el antiguo gimnasta estadounidense Noah Lyles, capaz de elevar sus rodillas por encima de la cabeza de Gatlin (que mide 1.85) en sus saltos acrobáticos de calentamiento, momentos antes de apostarse en los tacos de salida. Encabeza el ranking del año con 19.50 y cualquier resultado que no sea el triunfo de Lyles en 200 será considerado una gran sorpresa: tan amplia es la distancia que le separa del segundo en la lista, otra vez Oduduru (19.73).

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Alarma: 28 grados WBGT

Cuando el Termómetro de Globo de Bulbo Húmedo (wet bulb globe termomether, WBGT) marque la fatídica cifra de 28, el delegado médico podrá retirar de competición a un atleta (en maratón y marcha, las disciplinas que discurren fuera del estadio) para proteger su salud.

El límite no corresponde a la temperatura ambiental que marcan los termómetros callejeros. Se trata de la temperatura con una humedad determinada en ausencia total de radiación solar (horario nocturno). Los 28º C medidos con dicho artefacto dan una medida exacta y fiable del índice de peligro para el atleta.

Los servicios médicos de los equipos nacionales han tenido que emplearse a fondo para enfrentar el problema. El calor y la humedad de Doha, aun en fechas tan tardías del año pueden ser peligrosos para la salud de los deportistas, sobre todo los que compitan más de 30 minutos; es decir, en 10 mil metros, maratón y las pruebas de marcha.

Curiosamente, el calor favorece a los especialistas en pruebas explosivas, de hasta 30 segundos; es decir, carreras de 100 y 200 y concursos de saltos y lanzamientos. La amenaza pesará sólo sobre quieres compiten durante más tiempo y fuera del estadio Khalifa, ya que quienes lo hagan dentro disfrutarán de una especie de aire acondicionado que mantendrá la temperatura en torno a los 25 grados.

Para minimizar riesgos los atletas han participado en planes de aclimatación, realizando entrenamientos intensos en condiciones de calor y alta humedad. Algunos lo han hecho en la propia Doha, otros en Japón, que el año próximo acogerá los Juegos Olímpicos en parecidas condiciones meteorológicas; otros en zonas especialmente cálidas y húmedas de sus propios países y otros entrenando en la cámara simuladora de condiciones extremas que utiliza el ejército español.

Durante la competición, los termómetros intracorporales vigilarán para que la temperatura de los atletas no rebase los límites de seguridad. “Habrá que conseguir que los atletas ingieran mucho líquido (cuanto más fresco, mejor), pero tienen que haber entrenado esto durante los meses anteriores. No pueden llegar el día de la competición y beber el doble que de costumbre. Además tendrán que llevar prendas que eliminen el calor todo lo posible,” explica el doctor Christophe Ramírez, jefe de los Servicios Médicos de la Federación Española de Atletismo.

Para evitar culpas, la IAAF establece (art. 51.2) que el atleta la exime de cualquier responsabilidad sobre su salud; que los organizadores (53.1) son responsables de proporcionar servicios médicos adecuados a las condiciones ambientales de la prueba; y que el delegado médico (art.113) tiene el poder de ordenar que un atleta se retire inmediatamente, si considera su salud en peligro.

Cuando el Termómetro de Globo de Bulbo Húmedo marque 28ºC se sacaría bandera negra que recomienda posponer la prueba. Pero sería una recomendación de los médicos al director de la competición, que tiene la última palabra.

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