Apoya ONG a familiares de desaparecidos en Puebla

Uniendo Cristales brinda ayuda desde una perspectiva psicosocial, inspirados en una filosofía japonesa

“Cuando una persona desaparece, no sólo desaparece él o ella, se fragmenta toda la familia,” asegura Irma Orgen, quien junto a su hermana Jocelyn inició Uniendo Cristales, una asociación que se dedica a mejorar las condiciones de vida de los familiares de desaparición a través de una perspectiva psicosocial.

Inspirados en la filosofía japonesa Kintsugi, donde el verdadero valor y la belleza están en lo imperfecto, trabajan de la mano de especialistas y personas solidarias para acompañar y recuperar los proyectos de vida de los familiares.

“(Uno) es como un jarrón roto que tiene la capacidad de ir juntando sus partes, logrando una pieza más valiosa,” dice Irma, cuyo padre, Marco Antonio Orgen, se encuentra desaparecido desde el 17 noviembre de 2013, cuando salió de Huauchinango con rumbo a Tulancingo, Hidalgo.

A partir de esta desaparición, la familia Orgen comenzó un proceso de búsqueda, lo que les permitió darse cuenta del desgaste físico, emocional y hasta económico que tienen que enfrentar otras personas en la misma situación.

“Nos damos cuenta que las desapariciones nos afectan más allá de la ausencia, de la privación de nuestro ser querido.”

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Revictimización, violencia institucional y la violación recurrente y sistemática de sus derechos, son algunos de los obstáculos que les impiden no sólo continuar con la búsqueda, sino con la posibilidad de encontrar un piso firme sobre el cual trabajar sus procesos individuales.

“Se trata de dar un acompañamiento adecuado y que no se limite nada más a lo que te quieren dar las instituciones, sino a lo que tenemos derecho y con la sensibilidad que se requiere.”

Sin embargo —refiere—, cada proceso es diferente y debe atenderse con la urgencia que cada caso necesite. Si una familia en Veracruz se encuentra amenazada y debe desplazarse de manera forzada, el acompañamiento primero debe ser su reubicación; ya será después, una vez reinstalados y si la familia lo requiere, que tenga lugar la contención psicológica.

La ausencia de un padre, explica Irma, cambia la dinámica familiar, orillando a que la madre deje a sus hijos solos para ir a trabajar; sin mencionar los casos de menores de edad que han quedado huérfanos tras la desaparición de sus padres.

“Nuestra meta no es sencilla, incluso puede parecer titánica en algunas ocasiones,” comenta Irma, quien reconoce que esta tarea debiera ser una obligación del Estado.

Sin embargo, y basadas en su experiencia como familiares de una persona desaparecida, lo que buscan es darle un mensaje de posibilidad y reconstrucción a las demás familias, unas que podrían tener acaso días de saberse desprovistas de un hermano, una hermana, un padre o una madre.

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