El sur de África se revuelve contra las normas sobre elefantes y rinocerontes

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Invitada


Septiembre 10, 2019

POR NEREA GONZÁLEZ

Países del sur de África, una de las áreas más ricas en fauna del planeta, amenazan con retirarse de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), ante la negativa a flexibilizar las normas de comercio con especies como el elefante o el rinoceronte.

Namibia, Tanzania, Botsuana o Zimbabue figuran entre las naciones que mostraron su descontento por considerar que este foro, en su última cumbre celebrada en Ginebra a finales de agosto, ignoró sus reclamaciones y no tiene en cuenta los esfuerzos que supone la conservación de la fauna.

Por ejemplo, los firmantes de CITES —182 estados y la Unión Europea— rechazaron por mayoría la solicitud de Esuatini (antigua Suazilandia) y de Namibia para que se autorice el comercio de sus rinocerontes blancos y de sus cuernos, que alcanzan precios astronómicos en el mercado ilegal asiático, donde se les atribuyen propiedades medicinales.

También se rechazó una propuesta para flexibilizar las restricciones sobre el comercio de productos de elefante (especie catalogada como vulnerable), impulsada por varias naciones del África meridional como Zimbabue, que afirma tener 600 millones de dólares (unos 543 millones de euros) en existencias de marfil almacenadas y una sobrepoblación de paquidermos en el país.

"Es un montón de dinero que podríamos usar para grandes proyectos. Se debate sobre nuestros animales salvajes en Ginebra, un lugar irrelevante para los animales," dijo al respecto el presidente zimbabuense, Emmerson Mnangagwa, cuyo país atraviesa una profunda crisis económica.

CITES protege a unas 36 mil especies animales y vegetales del mundo, de las que unas 900 se encuentran en el apéndice 1, aquel que prohíbe totalmente su comercio. Los elefantes africanos están incluidos en ese apartado, excepto las poblaciones de Botsuana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabue, que por su mayor tamaño están comprendidas en el apéndice 2, menos restrictivo.

Aún así, el marfil es una excepción a la que se le aplican los postulados del apéndice 1 —incluidos los países del sur de África, que son hogar de la mitad de los elefantes del continente— para no fomentar la caza furtiva.

"El consenso expresado a través de CITES por la mayoría de los estados socava los esfuerzos de nuestra región por asegurar la justicia social y medioambiental mediante el uso sostenible de nuestros recursos naturales", afirmó en el mismo sentido John Magufuli, jefe de Estado de Tanzania, en calidad de presidente temporal de la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC).

De este modo, un buen número de países afirmaron que hay que replantearse la conveniencia de mantenerse en CITES y planean estudiarlo en el seno de SADC, un bloque que integra a 16 naciones australes.

Algunos países defienden que las normas son demasiado proteccionistas y sujetas a las opiniones de los gobiernos y grupos de presión occidentales.

Sin embargo, en el lado opuesto también figuran vecinos de la región como Kenia, contrarios a la flexibilización de las normas.

"No estamos contentos viendo estas divisiones entre África del sur y otros países, pero sí valoramos que muchos de ellos, aunque no todos, están haciendo un buen trabajo manejando su fauna salvaje; mejor que muchos países que están tomando posiciones contrarias (a ellos)," señaló Colman O'Criodain, director de políticas de fauna de la organización conservacionista WWF.

"Están mejor dentro de la convención porque así pueden ser parte del proceso de toma de decisiones (...). Tienen margen para mejorar en las COP —conferencia de las partes de CITES, como la recién celebrada en Ginebra— si se preparan mejor y se desempeñan mejor políticamente y hablan al resto de socios, especialmente a la UE y a Estados Unidos", agregó el experto.

Una retirada de la convención implicaría perder el derecho a comerciar con cualquier otro país dentro de CITES, ya que los estatutos solo permiten a los miembros el intercambio de fauna y flora regulada con el resto de firmantes de la convención.

"Hay, por ejemplo, una expectativa de que si se les permitiera exportar el marfil, habría países dispuestos a comprarlo. Pero ese no es el caso. China ha prohibido el comercio nacional, así que asumimos que no estarían interesados, y los países que podrían mostrarse interesados o se mostraron interesados en el pasado tendrían que cambiar primero su legislación", indicó O'Criodain.

Japón quedaría como el único potencial importador, según este experto, pero eso implicaría que no habría competidores en el mercado y podría fácilmente manejar el precio.

"Hablan como si hubiera muchos interesados y fueran a obtener un buen precio pero las onegés estuvieran arruinando esas oportunidades y quitando el pan de la boca de sus pueblos. Yo creo que esa retórica está más dirigida a sus audiencias domésticas," recalcó el especialista de WWF.

Ello no quita; sin embargo, que hasta una organización conservacionista como WWF concuerde con que algunas de las peticiones lanzadas por estos países son respaldables y con que algunos actores, como la UE, mantienen a veces posiciones demasiado conservadoras respecto a los modelos a aplicar.

 

*Analista internacional 

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