Senado desmantelado

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Ramón Zurita Sahagún


Septiembre 06, 2019

Si en el pasado el Senado de la República fue conocido como la fábrica de gobernadores, al ser uno de los principales proveedores de los aspirantes a este cargo, ahora resulta ser la plataforma de lanzamiento hacia diversos espacios de la actividad pública.

Los legisladores en general son conocidos por ser proclives a dejar sus cargos en manos de los suplentes, sin importar el tamaño de las nuevas responsabilidades que les son endilgadas.

Esto no es nuevo ni se debe al arribo de la Cuarta Transformación, sino una práctica común que se ha seguido con singular alegría dentro de la política mexicana.

La integración de la LXIV Legislatura del Senado de la República no fue ajena a este procedimiento, aunque la solicitud de licencias aumentó en forma desmedida.

Con la conformación del gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, se produjo la salida de senadores y diputados que, mediante licencias, dejaron los cargos para los que fueron electos, en algunos casos, y otros argumentando razones distintas.

Varios de ellos se mantienen dentro del gobierno federal, dejando en manos de sus suplentes las tareas legislativas. Olga Sánchez Cordero, Rocío Nahle, Alfonso Durazo, José Antonio Álvarez Lima, Ricardo Ahued y Javier May, entre otros senadores.

Otros como Jaime Bonilla, que es gobernador electo de Baja California; Víctor Manuel Castro, delegado federal en Baja California Sur; Delfina Gómez, delegada federal en el Estado de México; Gabriel García, coordinador de delegados federales; José Ramón Enríquez, alcalde de Durango; Gilberto Herrera Ruiz, delegado federal; y Alejandro González Yáñez, quien contendió sin éxito por la alcaldía de Durango.

Y aunque existen casos de senadores suplentes que resultan una revelación (Ricardo Monreal comenzó a destacar cuando llegó de suplente de Arturo Romo al cargo de senador en 1992), regularmente los sustitutos cuentan con menores conocimientos que los titulares.

Sólo basta con echar una mirada a la experiencia de los solicitantes de licencia y la de sus suplentes.

No se entiende por qué esos personajes que debieran ser los promotores de nuevas leyes, reformas a las actuales y revisores de reglamentos, salen destapados en busca de nuevas opciones, calentado sus asientos por escasas semanas sin aportar nada bueno que deje en claro su nominación como candidatos y clarifique a los ciudadanos el sentido de sus votos.

En esta etapa de inicio del segundo año legislativo, llaman la atención dos personajes que por razones diferentes dejaron sus escaños y ahora regresan a los mismos: Juan Zepeda y Manuel Velasco.

En el caso de Zepeda, éste argumentó como causa enfermedad, pero ahora se incorpora renunciando a la militancia del partido (PRD) que lo llevó a esa posición y como integrante de la bancada de Movimiento Ciudadano.

Velasco hizo historia, ya que solicitó licencia a su cargo de gobernador, para protestar como senador, después solicitó licencia al escaño y se fue nuevamente de gobernador y ahora regresa al Legislativo, donde su suplente Eduardo Enrique Murat solamente calentó el asiento. 

¿Se atreverá la UIF a investigar la danza de los millones de pesos (dólares) existente en el futbol mexicano, con cifras escandalosas entre compra y venta de jugadores, y si se cubre regularmente el pago de impuestos por estas transacciones? Ya alguna vez se intentó hacerlo y todo quedó en el olvido.

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