El caos pudo llegar

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El sábado 31 de agosto, la Cámara de Diputados debería haber votado la integración de la Mesa Directiva que fungiría como tal el segundo año de ejercicio constitucional. Ese día, escribí un tuit: “En el Congreso lo que vale es la palabra, el cumplimiento de los acuerdos y el respeto irrestricto a la ley”.

Y lo escribí, sabedor de que ninguna de las tres se iba a cumplir porque ya se había anunciado que Morena, el partido que por sí mismo puede modificar el marco legal secundario, no iba a respetar el acuerdo ni iban a cumplir la ley orgánica del Congreso al no votar para que un integrante de la bancada del Partido Acción Nacional lograra la mayoría calificada necesaria para presidir.

Pero vayamos por partes.

1) La ley orgánica del Congreso en su artículo 17 expresa que la elección de la mesa directiva para el segundo y tercer año de ejercicio de la legislatura deberá garantizar que la Presidencia de la mesa directiva recaiga en un integrante de los dos grupos parlamentarios con mayor número de Diputados que no la hayan ejercido. Esto, nítidamente quiere decir que es al PAN al que le corresponde Presidir la Mesa Directiva durante el segundo año legislativo porque como Grupo Parlamentario, representa la segunda fuerza política.

2) Acuerdo. Para someter a consideración del pleno de la Cámara de Diputados la planilla o planillas por las que se deberá de votar, la Junta de Coordinación Política (que es la expresión de la pluralidad y el órgano colegiado en el que se deben impulsar los entendimientos y convergencias para estar en la posibilidad de alcanzar los acuerdos para que el pleno pueda adoptar sus decisiones), debe presentar el acuerdo respectivo. Acuerdo que se presentó con la planilla integrada por un Diputado del PAN como Presidente.

3) Palabra. Para que se pueda cumplir con el acuerdo de la Junta de Coordinación Política y con lo que marca la Ley Orgánica del Congreso, se debe respetar la palabra empeñada por los coordinadores de los Grupos Parlamentarios, palabra que entiendo, fue empeñada por los Coordinadores en los primeros días de la legislatura para que Morena presidiera el primer año de ejercicio, y el PAN, el segundo año que empezó el 1 de septiembre.

Los resultados de la votación en el pleno en la sesión preparatoria del sábado 31 de agosto son conocidos. No se alcanzó la mayoría calificada y, por lo tanto, no se eligió al Presidente de la Mesa Directiva para el segundo año de ejercicio Constitucional. De acuerdo a la ley, es el actual Presidente de la Mesa Directiva (el diputado Porfirio Muñoz Ledo), quien seguiría presidiendo, por lo menos hasta el día 5 de septiembre, fecha que marca la propia Ley Orgánica para que se puedan alcanzar los entendimientos necesarios.

Con este resultado, no se cumplió con el acuerdo político y no se cumplió la palabra. Se tenía que esperar al jueves 5 para ver si los Diputados de Morena cumplían con la ley, o si seguirían el camino de reformar —por la vía rápida—, la Ley Orgánica para que un Diputado de Morena pudiera ser elegible como Presidente, con lo cual, se violentaría la convivencia parlamentaria, haciendo efectivo que #MorenaNoCumple.

De haber sido así, se hubiera impuesto el ala radical de Morena, despreciando el respeto a las minorías, respeto que, por cierto, la izquierda siempre reclamó. De esta decisión dependíaque el Caos en la Cámara de Diputados no se hiciera presente.

Qué pena por los que ante reclamaban el respeto a las minorías.

Qué pena por los que antes se proclamaban como demócratas.

Qué pena por la Cámara de Diputados con mayoría morenista.

Qué bueno que todavía existen hombres de estado.

De mi parte, un reconocimento a Porfirio Muñoz Ledo por su retiro de la mesa directiva para evitar una crisis constitucional.

El Caos pudo haber llegado, pero con su decisión, se abre la posibilidad del acuerdo parlamentario, para transitar institucionalmente.

Qué bueno por la Cámara de Diputados.

Qué bueno por la democracia.

Qué bueno por México.

*Es Politólogo y maestro en Negociación y resolución de conflictos por la Universidad Carlos III de Madrid.

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