Con sólo 30 años, se despidió el mejor de los toreros: Manolete

Los periódicos de todo el mundo, en todos los idiomas, dan la terrible noticia: ¡Murió Manolete!

A la gente está más pendiente de lo que gano que de lo que hago, se quejaba Manolete en la temporada de 1947. En agosto, sólo 13 días antes de morir, le mientan la madre en la plaza de toros de San Sebastián. Comentaba amargamente: “déjalos... serán de Bilbao y han venido sólo a meterse conmigo”. Ese mismo día en un hotel de aquella ciudad, el doctor Gregorio Marañón le recomienda al torero anular todos sus contratos para descansar porque está al borde de una neurosis.

Antes, en su última actuación en Las Ventas el 16 de julio, en la corrida de la Beneficencia, después de cortar las 2 orejas y de haber sido herido por el quinto de Fermín Bohórquez, dolido, declara que tiene muchas ganas que acabe la temporada.

Cansado de la ardua lucha, arrimándose todas las tardes, siendo exigido por los públicos de todas las plazas que no soportan lo caro de los boletos, llega Manolete a Linares, al encuentro de su muerte.

La tarde del 28 de agosto de 1947 deberá torear en la feria de San Agustín en Linares, una pequeña ciudad andaluza de la provincia de Jaén; despachará un encierro de Miura, toros que el empresario Pedro Balañá tenía previstos para otra plaza; pero el destino ya tiene firmada la reunión de Manolete e Islero.

Los honorarios del diestro de Córdoba ascendieron a 200 mil pesetas (en plazas importantes cobraba 250 mil); la corrida no estaba en la agenda; sólo asisten dos periodistas españoles: Antonio Bellón y Ricardo García K’hito.

El Monstruo de Córdoba, bautizado así por K’hito, alterna con Gitanillo de Triana y Luis Miguel Dominguín, un torero que iniciaba y empujaba con mucha fuerza y le hacía la guerra a Manolete, quien le sentencia: “cuando me vaya de los toros, heredarás a mis enemigos”.

Suena el clarín, sale el quinto de la tarde, está marcado con el número 22, se llama Islero, negro bragado de pinta. Corresponde a Manolete porque su banderillero Rafael Saco Cantimplas se lo llevó en el sorteo. Manolete viste de rosa y oro; el toro no es fácil. José Flores Camará, su apoderado, le aconseja abreviar, pero decide hacerle un trasteo valiente y largo.

Al entrar a matar, el torero se entrega como siempre, pero esta vez el toro también hiere… y mata. Islero cae muerto, el torero de Córdoba es llevado a la enfermería con una herida grande en el muslo. Se le conceden las dos orejas de su enemigo.

El doctor Garrido opera al torero, que parece recuperarse, en tanto que Gitanillo de Triana, en el cádilac de Manolete va a Madrid por el doctor Jiménez Guinea, quien llega a las 4 horas del día 29. No hay nada que hacer.

Una hora después, con 30 años de edad y 8 de alternativa, deja de existir el mejor de los toreros: Manuel Laureano Rodríguez Sánchez Manolete.

Los periódicos de todo el mundo, en todos los idiomas, dan la terrible noticia: ¡Murió Manolete!

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Manolete en Puebla

El poeta poblano José Recek Saade (1923-1970) escribió un libro de poemas dedicado a la memoria del diestro hispano: Manolete, el último califa. Se lo dedica a doña Angustias Sánchez viuda de Rodríguez, como prueba de que su hijo no ha muerto, ya que vive en el corazón de los que lo admiramos como torero honrado y hombre de bien.

Los toreros españoles solían visitar la casa de la familia Recek, sobre todo porque su hermana Ivonne fue un personaje de la sociedad poblana, además de actriz y soprano. El libro se publicó a unos cuantos meses de la muerte del diestro. Desconozco si el poemario fue puesto a la venta, el ejemplar de mi propiedad fue un obsequio del historiador taurino don Jaime Silva Gutiérrez, quien también me aportó datos de las actuaciones taurinas del diestro cordobés.

De las 38 corridas que Manolete toreó en México, 3 de ellas fueron en El Toreo de Puebla.

La primera programada para el 1 de enero de 1946, pero a raíz de cornada recibida en diciembre se efectuó el sábado 2 de febrero de aquel 46. Toros de La Punta para el maestro Fermín Espinosa Armillita, Silverio Pérez y Manolete.

La segunda fue el 1 de enero de 1947. Nuevamente toros de La Punta para el maestro Fermín, Manolete y Felipe González El Talismán Poblano.

Una semana después de aquella gran bronca en la plaza México en que Lorenzo Garza va a la cárcel porque sube al tendido espada en mano a herir a un aficionado, viene a Puebla, donde es recibido como héroe, el 26 de enero de 1947. Toros de Xajay para el rejoneador Álvaro Domecq y Lorenzo Garza y Manuel Rodríguez Manolete, quien sin saberlo, decía adiós a Puebla.

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