Horizontes

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Tere MORA GUILLÉN


Agosto 27, 2019

A través de la radio se difunde un anuncio donde el presidente Andrés Manuel López Obrador se ufana en decir que ya no hay avión presidencial, y que en la Cuarta Transformación se terminaron los servicios médicos privados para funcionarios, que hasta cirugías plásticas se realizaban con dinero del erario público.
Es verdad que en nuestro México ha habido corrupción; sin embargo, también es cierto que en este gobierno las cosas no andan bien. Son miles las personas de la tercera edad que han dejado de percibir la ayuda que el propio AMLO les brindó, y en esta administración muchos viejitos han quedado en el desamparo.
Tal parece que lo dicho por AMLO: “aunque nos quedemos sin camisa, aunque pasemos de la austeridad republicana a la pobreza franciscana”, está siendo una realidad en nuestro México. Cada día se incrementa el número de personas que no encuentran una oportunidad laboral, los precios en tiendas de autoservicio aumentan por semana, el gas doméstico y las gasolinas han elevado su precio, y ni qué decir de la inseguridad que prevalece en todo el país.
Mañana da inicio el ciclo escolar 2019-2020 y en diez entidades aún hay 6 mil 796 escuelas en proceso de reparación o que no cuentan con los recursos para su rehabilitación, de las más de 19 mil que resultaron afectadas por los sismos del 2017.
El Diagnóstico Sistemático del País, hecho por el Banco Mundial, indica que ocho de cada 100 ciudadanos consideran que el país es “gobernado por el bien de todos”. Este es el número más bajo entre los países latinoamericanos como Uruguay, Argentina y Chile, en donde la percepción del 32, 23 y 14 por ciento respectivamente.
La desconfianza en las instituciones y el aumento desmedido de la inseguridad son dos factores que repercuten en el crecimiento económico de México, ya que generan un ambiente débil para la cooperación y coordinación en el sector público, generando una dinámica de bajo cumplimiento en las normas.
Ésta es nuestra triste realidad. El partido en el poder va como caballo desbocado, cumpliendo los deseos del presidente, pisoteando la ley, violando los derechos ciudadanos, defendiendo a capa y espada lo que en gobiernos pasados criticaron. Se percibe un México sin rumbo como nunca antes. Y es que con descalificativos, soberbia, rabia, burla, necedad, caprichos y ocurrencias no es posible gobernar una nación. Vaya costo el de la Cuarta Transformación. Y lo que nos falta.

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