¿Decir groserías es cool?

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Joakim Tellez


Agosto 25, 2019

Aun cuando las palabrotas y las ofensas son comunes en la mayoría de las culturas y se han convertido en elementos cotidianos de la vida, podríamos estar ante un fenómeno de repercusiones poco convenientes para los jóvenes que se acostumbran a hablar de esta manera.
A menudo, las chicas y los chicos consideran que maldecir es parte de ser joven y cool, y “qué demonios importa, si todo el mundo habla de la misma maldita forma…”
Todos vivimos la efervescencia de los años de pubertad como una etapa donde toma especial importancia sentirse integrado con el resto, lo que explica por qué muchos jóvenes adoptan el uso de palabrotas progresivamente, incluso si antes no las utilizaban.
Desde luego, lo que los chicos piensan es que esto les hace quedar bien con sus compañeros; sin embargo, podrían estar obteniendo el efecto contrario sin darse cuenta.
Es posible que usar groserías haga parecer a alguien como maleducado y digno de poca confianza. Sin embargo, podría tener algunos beneficios sorprendentes: desde favorecer la persuasión hasta ayudar a aliviar el dolor. Asimismo, decir palabrotas involucra una parte completamente distinta del cerebro que el resto del vocabulario. También es fácil deducir que pronunciarlas incrementa la efectividad de un mensaje o lo hace mucho más concluyente.
El cerebro maneja las malas palabras de forma diferente que el lenguaje ordinario, puesto que mientras la mayoría del lenguaje se ubica en la corteza y en áreas específicas del lenguaje en el hemisferio izquierdo del cerebro, las groserías podrían estar asociadas a un área más vieja y rudimentaria, como es la amígdala cerebral.
Una serie de estudios demostró cómo las palabrotas incrementan la tolerancia al dolor y, en algunos contextos, pueden ser consideradas como una forma de cortesía.
Las personas muy groseras han sido calificadas hace un tiempo como menos competentes y menos creíbles. Sin embargo, a través de algunas investigaciones recientes, cabe desmentir la presunción de que decir groserías es necesariamente el resultado de pertenecer a una clase baja o a una falta de educación o de fluidez en el lenguaje.
Prohibir palabras que en realidad están conectadas a las emociones es tan imposible como intentar prohibir las emociones en sí: conociendo la naturaleza humana, no hay chance de que eso funcione.
Estos conceptos se suelen identificar con lo ordinario y lo grosero, aunque no deben confundirse con la totalidad del registro lingüístico vulgar, coloquial o familiar, ni con las llamadas lenguas vulgares.
*Director merkacouch
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