Millennials y “Viejennials”

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Religiosamente, cada mañana mi madre de 93 años se levanta alrededor de las 9 de la mañana, se sirve su cereal con plátano y se apodera del periódico El Norte versión impresa.

Quizá es de las contadas personas que le dedican más de una hora a “chutarse” prácticamente todas las páginas del diario, incluso las deportivas. No hay mejor referencia informativa de lo que está pasando con los Tigres y el Tuca, que ella.

Hoy en día, leer diarios impresos es hábito propio sólo de generaciones por encima de los 40 años. Son los que crecieron con el periódico a la puerta por suscripción, o porque el padre o la madre lo traían al regresar del trabajo.

Las nuevas generaciones, los millennials y centennials, se enteran ahora por sus teléfonos móviles de lo que sucede vía Whatsapp e Instagram y por sus grupos de amigos. Su mundo de entretenimiento orbita alrededor de YouTube, Netflix y demás plataformas de video.

Ocasionalmente, de reojo, voltean a ver un periódico y leen por encima. Estos adolescentes y jóvenes adultos pertenecen a la era digital, no a la era de papel.

Los millennials son los nacidos entre 1982 y 1996. Los centennials son los que llegaron a este mundo con el nuevo siglo.

Ambos están muy adaptados a la tecnología. La vida que hacen de manera virtual en videojuegos y otras plataformas de socialización, es una extensión de la vida real que llevan.

Ambos pueden ejecutar varias actividades a la vez, como realizar un proyecto de tarea escolar mientras escuchan música, platican por alguna app y también “textean” y suben fotos en Instagram.

Los millennials nacieron cuando las computadoras comenzaron a comercializarse más. Les ha tocado vivir la fiebre del Internet, aunque los centennials son más nativos de la red. Estos últimos no visualizan el mundo sin redes sociales ni apps.

Ambos son una fuerza poderosa. Son muy diferentes a las generaciones de jóvenes de los 60 y 70. Cualquier joven ha sido siempre rebelde y ha desafiado a la autoridad, pero la diferencia de los chavos de hoy es que cuentan con habilidades y tecnologías que desafían los estándares tradicionales del poder, tanto familiar como político y social.

Incluso, el lenguaje y códigos que practican las nuevas generaciones difieren mucho del léxico de las generaciones X (sus padres) y baby boomers (los abuelos), también bautizados ahora como viejennials.

Hoy observamos una brecha no sólo generacional, sino también tecnológica. El poder de organización social los lleva a establecer agendas mediáticas de manera cada vez más rápida gracias al Internet. Por ejemplo, montarse a campañas de causas sociales es una costumbre ya muy arraigada en los millennials y algunos centennials.

¿Qué hacer frente a esta nueva realidad? Y como país… ¿de qué manera debemos proceder para que los millennials y centennials se unan para buscar un México mejor?

La respuesta está en dejarlos actuar. Son una fuerza incontenible, conscientes de que la tolerancia, el cuidado del ambiente y el “dejar ser” son valores que quizá nosotros los mayores no les hemos enseñado, pero ellos lo traen bien claro.

Toda generación trae cambios. Y esperemos que los suyos vayan por el camino de construir un México mejor. Podrían confiar en que sus padres y abuelos se los hereden, pero quizá se queden esperando y esperando…

 

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