El retablo del Maese; libro donde el lenguaje es refugio

El escritor propone un dialogo sobre el amor, el odio, el recelo y la tristeza

El escritor Javier Vargas de Luna presentó el poemario El Retablo del maese, donde asume la posición de marioneta ante el discurso de quien represente a la autoridad.

Formado por 39 poemas, en los que su autor propone un diálogo con Maese, desde la postura autoritaria del personaje como un dios titiritero, al que le reprochamos y le pedimos.

En el trayecto de la lectura, nos topamos con discursos de amor, de odio, de recelo y de tristeza.

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El dios titiritero

En una plática con El Popular, diario imparcial de Puebla, el poeta explicó que se trata de un texto que busca construirse a través de la idea de una obra de teatro que acude a las marionetas y los títeres. Esta idea es anticipada desde el inicio del libro, cuando con una cita de Miguel de Cervantes Saavedra, alude al Quijote y su encuentro con el teatro de marionetas.

“Yo mismo estoy rompiendo el verso para interpelarme y acudir al Maese, como figura de Dios o de maestro que simbolice autoridad, una autoridad a la que le reprochamos o a la que culpamos o con la que quisiéramos jugar o con la que no quisiéramos heredarle tantas cosas, como los dolores propios.”

Autonomía fragmentaria

El escritor reconoció que si bien el poemario contiene una estructura lineal, cada poema es autónomo, soberano.

“Es un texto que en su unidad quisiera ser perfecto; claro que va precedido y sucedido por otros. Pero si sólo lo abres y lo lees, ya te quiere hablar de frente y quiere decirte algo sin que sea necesario que hagas una lectura lineal.”

El mexicano Javier Vargas radica en Canadá desde hace más de 20 años, por razón de su actividad como docente en la Universidad Laval; lo que evidentemente, lo lleva a practicar de manera diaria el inglés y el francés, para comunicarse.

Sin embargo, adjuntó que sus pensamientos tanto como sus sentimientos, siguen siendo en español; por lo que este libro representa para él un refugio en el que puede dialogar consigo mismo, y acude a él en este ejercicio de recuperación de su identidad lingüística.

“Todo el poeta está en el libro. Lo que queda es el lenguaje y la palabra; el español, mí español como un refugio, porque vivo fuera de la lengua española y nací aquí. Queda este afán de no perderme y de no diluirme en otro sistema lingüístico. Yo vivo, siento, escribo y me proyecto en mi lengua.”

 

 

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