El género del inventario nacional

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Efrén CALLEJA MACEDO


Agosto 08, 2019
Identificar, nombrar y referenciar géneros, autores, personajes y territorios permite establecer cartografías para recorrer la vida y la literatura. Por eso son necesarios los libros que compendian y analizan, pues trazan caminos, aclaran panoramas e instauran nuevos puntos de observación para los lectores y los investigadores.

Este es el caso de Vida y milagros de la crónica en México (Océano, 2017), de Sara Sefchovich, edificado para sustentar la certeza que la autora enuncia en las primeras líneas: “La crónica es lo mejor de la literatura mexicana. Ésta sin duda es una afirmación arriesgada. Pero allí están los textos para dar fe de su verdad”. En este sentido, asegura, hay grandes novelas y cuentos, pero la calidad, la originalidad y la innovación se encuentran en la crónica, el género que “recoge y representa lo que compone lo esencial” de la cultura de los mexicanos.

Así, Sefchovich revisa crónicas de la época prehispánica, la Conquista, la Colonia, la Independencia, el siglo XX y lo que va del XXI. Su conclusión es que muchos han sido los milagros de la crónica: “desde inventariar a este país y a su gente hasta dar voz a quienes no la tienen; desde desenmascarar los discursos oficiales hasta visibilizar la realidad que no vemos o que deliberadamente se oculta; desde mostrar la vida cotidiana pero también lo excepcional, hasta denunciar la miseria, la violencia, la corrupción y la negligencia; desde inventar una nación y una identidad hasta darnos esperanza”.

Por su cercanía cronológica, vale la pena retomar ocho de los muchos estilos que Sefchovich consigna durante las tres décadas finales del siglo XX, las “del esplendor”.

1. Carlos Monsiváis “se interesa en cómo vive la gente, cómo se organiza, cómo lucha, cómo se divierte, qué lee, qué oye y cuáles son sus ídolos” para construir los relatos del “fatigoso aprendizaje democrático”.

2. José Joaquín Blanco, con algunas “crónicas prodigiosas que se cuecen aparte”, busca convertir a los lectores en opositores “a los dos proyectos culturales vigentes: el del Estado, dedicado a ‘desenterrar fósiles’ y el de la televisión, dedicado a promover el consumo”.

3. Elena Poniatowska “no relata lo que otros hacen o dicen, deja que ellos mismos lo relaten”. Ella se ubica “desaparecida, atrás, escondida, dejándole la palabra a sus personajes que crecen o se empequeñecen y achican ante nuestros atónitos ojos”.

4. Las crónicas de Hermann Bellinghausen aportan otra mirada sobre los problemas históricos: “atenta, conmovida, solidaria, libre de todo protagonismo, pendiente de los gestos y los cuerpos, escudriñando las casas y los campos, admirando la organización, la dignidad y la alegría de esas vidas humilladas y maltratadas”.

5. Cristina Pacheco utiliza un lenguaje que “supone que es el que hablan esas personas, compuesto de palabras viejas, provincianas diríase: un fichú por un chal […]. Un lenguaje, en suma, que ‘inventa’ el modo de hablar de los pobres”.

6. Las crónicas de Armando Ramírez están signadas por el orgullo de “ser como sus personajes, por venir de allí, por relatar lo que ha vivido en carne propia, porque pertenece, porque no se lo contaron, porque lo vivió”.

7. Guadalupe Loaeza escribe viñetas de vidas “que pocos pueden tener y todos los demás, si lo vemos, no lo podemos creer, pero por lo general ni idea tenemos”. Son textos para “una lectura rápida, de un tirón, que no se detiene demasiado en cómo lo cuenta porque lo importante es lo que se cuenta”.

8. En un país sin lectores, “José Emilio Pacheco lee y les explica a los mexicanos su literatura y otras literaturas, en una crónica erudita y minuciosa, noble y seria”.

Al llegar al siglo XXI, Sefchovich da cuenta de la bifurcación narrativa: unos cronistas registran la sobrevivencia social y otros escriben inmersos en el yoismo.

Tras la lectura de Vida y milagros…, en LEM aplaudimos la apuesta de Sefchovich y estamos convencidos de que este libro es de consulta obligada para tejer la crónica de la crónica en México.

*Centro de producción de lecturas, escrituras y memorias (LEM) [email protected]

*Centro de producción de lecturas, escrituras y memorias (LEM)

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