Por Ruby SORIANO. / enero . 31, 2017.
La reacción anti #Trump ha provocado en México una oleada de sentimientos nacionalistas que crudamente deseo estén cargados de más realidad y menos ficción, sobre todo a la hora de expresarlos y llevarlos a la inminente realidad.
De pronto a todos nos ha surgido ese sentimiento que emana del enojo, donde ponemos banderas, nos sumamos a los absurdos llamados de bloqueos y creemos que hay una unidad porque así nos lo dejan ver las #RedesSociales.
Pero acaso estamos viendo realidad, o sólo estamos recibiendo la percepción propia de una virtualidad creada por el imaginario colectivo.
Hagamos realidad esa unidad y solidaridad nacional a través de nuestras actitudes y no sólo en el anonimato propio de las redes donde todos se pintan como perfectos, colaboradores, caritativos, emprendedores y decididos.
Además de poner banderas en nuestros perfiles, hagamos realidad esa solidaridad colectiva de un país que tiene que empezar por ayudarse y creer en sí mismo.
Defendamos este nacionalismo a la hora de cambiar nuestra actitud en el entorno laboral. Pensemos en dar lo mejor en el trabajo, hagamos el esfuerzo de darle un plus a la gente que trabaja con nosotros, seamos conscientes a la hora de adquirir servicios y cumplir con los pagos, adquiramos la consciencia de comprar lo que representa nuestra demanda de primera necesidad, busquemos comprar en los mercados pero también demos movilidad a las cadenas comerciales, donde laboraran miles de compatriotas que como cualquiera tienen empleo para tener un medio de manutención propia o de sus familias.
Evitemos caer en la burda doble moral de despotricar contra todas las importaciones cuando en casa tenemos nuestra televisión Sony, nuestro auto Ford o nuestro iPhone.
Equilibremos este nacionalismo en la realidad que vivimos. El país además de banderas, requiere cambios de actitud, movilizar a una sociedad no sólo en marchas, sino en acciones reales que nos permitan ayudarnos unos a otros.
Estamos conscientes del desaliento y sentimiento de enojo hacia el gobierno, entonces fijemos nuestra apuesta en esta sociedad que organizada puede responder de una manera sorprendente.
Apreciemos nuestros productos nacionales sin crear un veto a todas aquellas empresas foráneas que están activas gracias a la fuerza laboral mexicana.
Otorguemos el digno respeto y reconocimiento al trabajo de nuestros artesanos pagando lo que nos piden y si tenemos posibilidades, démosles un plus.
Reconozcamos el trabajo de todos aquellos que nos dan servicios y que a veces sólo pagamos con “gracias”. Busquemos bien en los monederos y dejemos propinas.
El esfuerzo no es menor, porque debe empezar por nosotros mismos, la familia, la empresa donde laboramos o bien la gente que trabaja para nosotros.
México necesita en este momento una sociedad activa que proyecte el empuje y los cambios que inician en el actuar de cada uno de nosotros. Fomentemos cambios y transformaciones reales para evitar los nacionalismos de ficción.
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